En un pequeño salón de clases, mientras otros padres esperan afuera, Jorge permanece dentro, sentado junto a su hijo. No es que no quiera dejarlo solo. Es que no puede. Su pequeño, diagnosticado con autismo tipo C (etapa 3), necesita su compañía constante para desenvolverse.
Y Jorge, sin pensarlo dos veces, ha cambiado la ruta de su vida para acompañarlo en cada paso.
Durante una entrevista realizada en vísperas del Día del Padre, Jorge no pudo contener las lágrimas al narrar la montaña rusa de emociones que ha vivido desde el nacimiento de su hijo. Todo comenzó con una mancha en el ojo del bebé y un sonido extraño en el pecho que los médicos detectaron. Tras varios exámenes, descubrieron una masa en el tórax.
“No era maligna, pero fue un golpe muy duro”, recordó con la voz entrecortada.
Tras una dura etapa de quimioterapia y una cirugía en agosto de 2020, el niño logró superar el susto, pero la batalla apenas comenzaba. El diagnóstico de autismo cambió la dinámica familiar por completo. Hoy, con apenas seis años, el niño necesita acompañamiento constante en la escuela. Jorge, sin un trabajo estable, es quien se queda con él cuando se requiera.
Su esposa trabaja, mientras él ha tenido que dejar a un lado sus estudios en diseño gráfico y desempeñarse como conductor de transporte selectivo. Pero ni siquiera eso es fácil:“Desde que comenzaron las protestas, la cosa se puso dura. Me estoy atrasando con el carro, la casa… Y aún así, aquí estoy, con fe, por mi hijo”, dijo, secándose las lágrimas.
La emoción fue tal que, en medio de la entrevista, no pudo evitar llorar al enviarle un mensaje a su pequeño:“Quiéranlos, valorenlos. A pesar de lo difícil que está la cosa, no hay que rendirse”.
Jorge también compartió su número de contacto (6378-1778) por si alguien puede brindarle una oportunidad de trabajo relacionada con el diseño gráfico, su verdadera vocación.
“Dios no nos abandona”, concluyó con esperanza.