Llegar hasta Hato Chamí en la en la comarca Ngäbe Bluglé es atravesar caminos de lodo, neblina y montaña, pero también es encontrarse con historias que iluminan incluso los días más grises.
Una de ellas es la de Yalisa Búgara, una niña de promedio 4.7, cuadro de honor y con un sueño firme: “Yo quiero ser doctora para ayudar a toda la gente”, dijo con timidez mientras enviaba un mensaje de amor a su mamá.

MINISTRA MIDES
“Cuiden a sus hijos, mantengan sus familias unidas“.
Su madre, Maxila Rodríguez, es parte del programa Red de Oportunidades desde hace cuatro años. Entre alimentos, estudios y materiales para artesanías como chaquiras, collares y pulseras, ha logrado mantener a su hija “hacia adelante, aunque humildemente”, como ella misma cuenta. Cada día, Yalisa camina entre quebradas y lluvia para llegar a la escuela; un trayecto difícil, pero nunca imposible.

ELINA MONTEZUMA
“Tengo cinco hijos, soy una mujer muy luchadora”
En esta comunidad de difícil acceso, el MIDES realizó el cuarto pago de los Programas de Transferencias Monetarias Condicionadas, que beneficiaron a más de 186 mil personas en el país y sumaron 600 nuevas inclusiones solo en esta región.
Aquí, donde la vida pesa más, las madres son quienes sostienen el futuro. Maxila lo resume con fuerza: “Sí se puede sola”. Y su hija es la prueba viva.

DILCIA RODRÍGUEZ
“Este programa es una bendición. Hay muchas necesidades”.
Madres de Hato Chamí reciben el cuarto pago del MIDES en zonas de difícil acceso.
Caminos de lodo y neblina que las madres recorren cada día.

