Panamá está dejando escapar cada año más de B/.1,500 millones, es decir, el 2% de su Producto Interno Bruto (PIB), debido al impacto del embarazo adolescente y la maternidad temprana.
Esta reveladora cifra fue destapada por el reciente estudio “Impacto Socioeconómico del Embarazo en la Adolescencia en Panamá”, impulsado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) junto al Inec y el Ministerio de Salud (Minsa).
El reporte, elaborado con la metodología Milena 2.0, pinta un panorama crítico: cada año, miles de adolescentes interrumpen sus estudios y se ven empujadas a la informalidad y a salarios bajos, lo que perjudica su futuro y golpea las arcas del país.
El Estado deja de recaudar unos B/.79 millones en impuestos al consumo, mientras que los gastos sanitarios por partos y complicaciones en adolescentes superan los B/.11.5 millones anuales.
La realidad es que solo el 14% de las madres adolescentes logran un título universitario, frente al 43% de las que son madres en edad adulta. Esto provoca que las madres jóvenes tengan ingresos hasta 57% más bajos, con una diferencia salarial de unos B/.3,500 anuales, según el estudio. Además, el 42.5% de ellas no trabajan, atrapadas en el cuidado del hogar y sin oportunidades laborales.
El UNFPA advierte que la mayoría de estos embarazos ocurre con parejas mayores, muchas veces con una diferencia de edad de más de cinco años. Esta situación se repite más en áreas rurales e indígenas, perpetuando ciclos de pobreza y desigualdad.
Si Panamá lograra incluir al 70% de estas mujeres en el mercado laboral, el PIB podría subir hasta un 7%, trayendo justicia social y desarrollo económico.