Cada 19 de mayo, Panamá conmemora el Día de las Trenzas, una fecha cargada de historia, significado y orgullo para la comunidad afrodescendiente. Lo que nació como una respuesta a un acto de discriminación se ha transformado en un símbolo nacional de resistencia cultural, identidad y empoderamiento.
Según la plataforma Afroféminas, este día fue reconocido oficialmente en 2012, luego de que una madre afrodescendiente denunciara públicamente que su hija fue discriminada en la escuela por llevar trenzas. La institución le exigía alisar su cabello para asistir a clases, una práctica que generó profunda indignación y marcó un punto de quiebre en la lucha por la inclusión y el respeto a la identidad afro en las aulas.
Lo que en su momento fue una herida, se convirtió en fuerza colectiva. Hoy, este día no solo celebra la estética, sino que también reivindica una herencia ancestral que ha sido históricamente marginada. Las trenzas, como recalca Afroféminas, “son más que un peinado. Son historia, son territorio, son lenguaje”.
Durante la esclavitud, muchas mujeres afro trenzaban sus cabellos con rutas hacia la libertad, escondían semillas entre los nudos y utilizaban las formas para comunicarse. Algunas trenzas como las “cornrows” trazaban caminos, mientras que otras indicaban estado civil, estatus social o edad. “En cada diseño, en cada nudo, hay memoria viva”, sostiene el medio especializado.
La fecha coincide con la celebración del Mes de la Etnia Negra en Panamá, lo que refuerza su carácter simbólico y político. Se han organizado actividades culturales, ferias, talleres y conversatorios donde el cabello afro, en todas sus formas, ocupa un lugar central. Pero la conmemoración va más allá de lo festivo.
“Este no es solo un día para celebrar. Es también un llamado a la educación”, afirma Afroféminas. En muchos espacios, el cabello afro natural o trenzado aún se ve como “un problema”, algo que hay que “arreglar” para cumplir con estándares eurocentristas. Esta presión afecta, sobre todo, a niñas y adolescentes negras, quienes desde pequeñas enfrentan comentarios sobre que su cabello es “feo”, “desordenado” o “poco profesional”.
Por eso, el Día de las Trenzas también es un acto de resistencia y amor propio. Enseñarles a las nuevas generaciones que su cabello es valioso tal como es, es parte de romper con estigmas y devolver la libertad de ser y de sentirse bellas sin tener que alisarse o esconder su herencia.
“No podemos olvidar que esta celebración nace de un acto de violencia: una niña excluida por llevar trenzas”, recuerda Afroféminas. Y aunque hoy se vive con orgullo y alegría, todavía queda mucho camino por recorrer para que ninguna niña vuelva a ser rechazada por mostrar en su cabeza la historia de su pueblo.
Hoy, las mujeres negras en Panamá se reúnen, se trenzan unas a otras, se miran con orgullo. No es una moda, es una declaración. Como señala el medio citado: “Trenzar es cuidar. Trenzar es resistir. Trenzar es honrar a quienes vinieron antes”.
Desde los barrios, las escuelas y los salones, hasta los espacios culturales y académicos, el Día de las Trenzas resuena con fuerza. Y cada trenza es una historia tejida que dice: “Este es mi cabello, esta es mi historia, esta soy yo”.