Las heridas de la invasión de 1989 aún siguen abiertas, y en San Miguelito se intenta escribir un nuevo capítulo de justicia y memoria.
La Comisión 20 de Diciembre de 1989 anunció que inició jornadas de prospección arqueológica en los alrededores del antiguo cementerio de Cerro Batea, con el objetivo de localizar los restos de Eric Abdiel Bonilla Terrero, un joven cabo segundo que perdió la vida el 22 de diciembre de aquel año, en medio de uno de los episodios más oscuros de la historia reciente del país.
Bonilla Terrero, nacido en Chepo y con apenas 22 años, era mecánico de equipo liviano en el ejército. Vivía en San Miguelito, en Torrijos Carter, junto a su esposa, quien estaba embarazada de su segunda hija cuando recibió la noticia que marcó para siempre a la familia. Según el relato de sus allegados, supieron de su muerte porque “un vecino lo vio tirado en una cuneta”.
Excavaciones en Cerro Batea
El plan de búsqueda contempla dos jornadas de exploración. La primera se realizará el miércoles 20 de agosto a las 10:00 a.m., y la segunda está programada para el sábado 23 de agosto, también desde las 10:00 a.m. El punto de interés es el antiguo cementerio de Cerro Batea, ubicado en el sector 5 del corregimiento de Belisario Frías, San Miguelito. Este camposanto funcionó desde 1977 hasta 1990, y se presume que allí podrían reposar los restos del cabo segundo.
El proceso no solo es un acto técnico de arqueología, sino también un esfuerzo por rescatar del olvido a quienes desaparecieron sin despedida ni sepultura digna.
Una deuda pendiente
La Comisión 20 de Diciembre de 1989, creada mediante el Decreto Ejecutivo N.º 121 de 2016, tiene como misión fundamental identificar a las víctimas de la invasión estadounidense a Panamá. Cada caso investigado busca dar respuesta a familias que, durante más de tres décadas, han esperado justicia, verdad y un lugar donde llorar a sus seres queridos.
En el caso de Bonilla Terrero, hijo de Modesto y Celedonia, la esperanza de encontrar sus restos representa no solo el cierre de una herida familiar, sino también la dignificación de su memoria.
Memoria viva
La invasión del 20 de diciembre de 1989 dejó cientos de muertos y familias quebradas. Muchos aún permanecen desaparecidos y sus cuerpos nunca fueron entregados a los parientes. Cada hallazgo o cada excavación mantiene viva la exigencia de no olvidar lo ocurrido.
La búsqueda en Cerro Batea es un paso más en esa larga lucha de la Comisión y de los familiares que piden verdad. Por ahora, la expectativa está puesta en lo que revelen las excavaciones de estos días. ¿Aparecerán finalmente los restos del joven militar que quedó tendido en una cuneta hace más de 35 años?
Lo cierto es que la historia vuelve a removerse en San Miguelito, donde la tierra guarda secretos que todavía esperan ser contados.


