La mayoría de los hogares panameños son disfuncionales, muchos papás están etiquetados como irresponsables, pero hoy es un día para celebrar y exaltar los buenos ejemplos, que también los hay.
Por ello quisimos entrevistar a un diácono porque ejerce una función doble como padre de familia y como ayudante en las tareas religiosas.
Tuvimos la dicha de conversar con Alfredo Alzamora, un ingeniero oriundo de Chitré en Herrera, puntual, franco y con optimismo contagioso por los jóvenes y con 11 años de haber sido ordenado como diácono por el arzobispo José Domingo Ulloa.
¿Qué es eso de ser diácono?
“Es ser miembro del clero, es el nivel más bajo del servicio dentro de la Iglesia católica porque están los obispos, presbíteros o sacerdotes y los diáconos que tienen dos realidades. Están los diáconos transitorios porque es el camino que hacen los seminaristas antes de ser ordenados y los diáconos permanentes que somos hombres en el camino de la vida, con experiencia y fortalecidos por la familia y el matrimonio, que no podemos acceder al sacerdocio porque para los católicos debe ser para hombres célibes”.
¿Qué lo motivó a ser diácono?
“Yo provengo de una familia muy católica e incluso estuve en el Seminario de los franciscanos en Boquete cuando tenía 12 o 13 años, pero luego que vine a la capital desde Chitré, estudié en el Instituto Politécnico, me casé tuve dos hijos, pero regresé a la Iglesia con la Primera Comunión de mi hija y un día me di cuenta que el que ofrecía el servicio era un amigo mío y no un sacerdote y él me explicó e invitó para que investigara y fui al Arzobispado y luego terminé el curso junto a mi esposa por 4 años”.
¿Qué relación tiene su oficio de diácono con el de ser papá y ahora abuelo?
“Somos guía, acompañantes y tenemos la experiencia natural y muchas parejas en primera instancia prefieren hablar con el diácono porque tiene la vivencia del matrimonio. Y como nos recuerda el papa Francisco no hay familias perfectas porque vuelan los platos y nosotros vivimos eso de agáchate que viene el plato”,
¿Cómo ve la figura paterna en la actualidad?
“Hay de todo, yo creo que hay padres responsables e irresponsables, pero la misma sociedad está a veces más atraída por el materialismo del carro, casa, apariencia que por el Ser. La paternidad implica sacrificios, compromiso, ser testigo, yo no le puedo pedir a mi hijo que sea decente si yo no lo soy, que no mienta si yo miento. Pablo VI recordaba que el mundo está cansado de los maestros necesita testigos”.
¿Lo más difícil de ser papá?
“Yo tengo una anécdota con mi hija cuando estaba en cuarto o quinto grado y la maestra le dijo que mamá es solo una y la papa en el supermercado. La niña reaccionó y me citaron al colegio, pero cuando fui la maestra ya había meditado y me dijo que tal vez ella no había tenido un papá como el que tenía mi hija y de esa experiencia me queda que todos necesitamos una mamá y un papá”.
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¿La sociedad penaliza a los padres que no cumplen?
“A nuestros hijos hay que darles estabilidad física y espiritual y a veces se dan situaciones para vengarse de la pareja, pero los niños no son los culpables, hay muy buenos padres. Los muchachos tienen derecho a ser escuchados y que no solo nos escuchen”.
¿Qué le dice a los padres jóvenes?
“Hay que formarse y cuando estuve en Las Garzas trabajando recuerdo que lo decía y ahora veo a jóvenes graduarse de abogados, tecnólogos y eso es como una especie de paternidad, que te hace sentir bien y lo otro que tengan fe en Dios para ser felices, para amarnos”.
Datos
Es diácono en la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Juan Díaz y coordinador de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Panamá:
Casado con dos hijos y tres nietos.
Se considera mariano y admirador de san José y san Martín de Porres.
Tiene pendiente escribir un libro sobre María.
Ingeniero de profesión.
Doblar rodillas junto a su esposa le ha dado fortalezas para ser buen padre.