Como era de esperarse, la selección por parte del PRD de su candidato para dirigir la Asamblea Nacional en la tercera legislatura que se inicia en julio próximo le cayó como una bofetada a muchos, dados los vínculos, talante y manejo que ha tenido en el hemiciclo legislativo y fuera de el la figura escogida.
Y si a ello le agregamos el rumor sobre el retiro de su visa por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos, no queda la menor duda de que en el reciente proceso -un ejercicio legítimo del partido oficialista- lo último que primó fue el mejor interés del país y de sus ciudadanos.
Pero a diferencia del desgano y la resignación de muchos panameños ante lo acontecido, lo que cabe ahora es plantar cara y de una vez por toda dejarles claro a diputados y demás funcionarios votados y designados que ellos están donde están para hacer un trabajo para el bien de la Nación y que deben rendir cuentas.
Si seguimos permitiendo que quienes gobiernan hagan lo que les da la gana, la responsabilidad de lo que resulte también será nuestra.


