En Las Garzas, la Fonda Edielis es más que un negocio: es un legado de amor, esfuerzo y sazón. La pareja conformada por Daysi Ruiz de Aguilar y su esposo Diovel Aguilar abrió sus puertas el 1 de abril del año 2000 y desde entonces se ha ganado un lugar especial en la mesa y el corazón de su clientela.

La Fonda Edielis se distingue por su menú abundante y variado. Los clientes llegan a cualquier hora por el sabor casero de sus desayunos y almuerzos.
“Aquí lo tradicional son las hojaldas. Las hojaldas son muy vendidas. Un día lento vendemos 300, y los domingos entre 500 y 600”, reveló Daisy.
Entre sus especialidades destacan la hojaldre con bistec encebollado, el arroz con vegetales con chuleta ahumada y cerezas, además de sopas y guisos: “La sopa de lenteja con costilla, el rabito con poroto, y por supuesto el sancocho”.
Los viernes son esperados por muchos: “Ese día hacemos chupé de mariscos, pescado al escabeche, pescado antillano, mondongo a la culona. Los precios van desde $4 hasta $6, la corvina y los camarones están en $6”.

Y no solo se trata de la comida, sino también de la constancia: “Trabajamos de lunes a lunes, incluso días feriados, desde las seis de la mañana hasta las cuatro de la tarde”.
Un negocio bendecido y familiar
El camino no ha sido fácil. Durante la pandemia, Daisy y su familia enfrentaron momentos duros: “Tuvimos dos meses parados, pero para la honra y gloria de Dios el Minsa nos llamó que abriéramos con los protocolos y aquí estamos, atendiendo al público”.
Hoy, el negocio funciona con siete colaboradores, cada uno con tareas claras: desde las cocineras hasta las encargadas de fregar, cobrar y atender el baño María.
La clave de su sazón es sencilla: “Usamos bastante lo natural: ajo, culantro, cebolla. Ese es el toque de nuestro sabor, lo natural”, recalcó Daisy.
Con orgullo, contó que personas de distintas partes del país e incluso del extranjero visitan la fonda: “A veces nos quedamos con la boca abierta, pero gracias a Dios siempre llegan, porque este negocio ha sido una bendición”.
De vender frituras en la calle a dejar un legado
La inspiración de Daisy viene desde niña: “Desde los 12 años vendía frituras en la calle con mi papá. Yo hacía tortillas, hojaldas, picadillos… Eso me ayudó a estudiar, porque venimos de una familia humilde”.
Esa pasión hoy se transmite a sus hijos: “Tengo tres, y uno de ellos ya aprendió lo que me dejó mi papá, y lo va a llevar también”.
El apoyo de su esposo ha sido clave: “Él se encarga de la contabilidad, mientras yo cocinaba. Ya el año pasado dejé de cocinar tanto porque le enseñé a las muchachas y a mi hijo, para descansar un poco. Pero sigo aquí, haciendo tortillas, empanadas, bollos y chicheme”.
Daisy reconoce que no estudió cocina formalmente: “Esto me lo dio Dios. Lo que Dios puso en mis manos yo lo transmito a mis trabajadoras. Es un don y una bendición”.
Mensaje a los emprendedores
Antes de despedirse, Daisy dejó un consejo para quienes sueñan con tener su propio negocio: “Cuando uno quiere algo y lo pone en las manos de Dios y lo hace con amor, siempre Dios nos ayuda y nos lleva a cumplir ese propósito”.
Además de ser punto de encuentro para quienes buscan buena comida casera, la Fonda Edielis también ofrece el periódico Mi Diario. Muchos clientes aprovechan para pedirlo y leerlo mientras disfrutan de sus platos favoritos, convirtiendo la visita en una experiencia completa que mezcla sabor y actualidad.



