Cada 24 de agosto el mundo conmemora el Día Internacional de los Parques Nacionales, y Panamá lo celebró con orgullo: 18 áreas bajo esta categoría de manejo, que juntas abarcan más de 1.5 millones de hectáreas de naturaleza protegida.
Entre las últimas joyas en sumarse a esta red se encuentran el Parque Nacional San Lorenzo, en Colón, y el San San Pond Sak, en Bocas del Toro. Ambos refuerzan la importancia estratégica de estas zonas, no solo como refugio de biodiversidad, sino también como garantía de agua, aire limpio y oportunidades económicas sostenibles para las comunidades.
Los parques nacionales cumplen funciones vitales: regulan inundaciones, protegen cuencas, controlan la erosión, exportan nutrientes y sostienen la economía local. Ejemplo de ello son los parques Soberanía, Camino de Cruces y Chagres, ubicados en la cuenca del Canal de Panamá. Este último es esencial: asegura el agua potable para millones de habitantes de Panamá, Colón y Panamá Oeste, y además mantiene la operación del Canal, motor económico del país.
De acuerdo con Tomás Fernández, director de Áreas Protegidas y Biodiversidad de MiAMBIENTE, “las áreas protegidas tienen un papel vital en la conservación de la biodiversidad nacional y contribuyen directamente al bienestar de las comunidades que dependen de ellas para vivir”.
Los parques Darién, Coiba y La Amistad destacan por su tamaño y biodiversidad, al punto de ser reconocidos como Patrimonio Mundial Natural de la UNESCO. Mientras tanto, Portobelo y San Lorenzo también brillan, pero por su legado histórico, al ser declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad.
El turismo es otro gran motor: senderismo, buceo, avistamiento de aves, paisajes únicos y hasta recorridos culturales forman parte de la oferta de parques como Campana, Sarigua, Soberanía o San Lorenzo, que hoy se estudian para potenciar aún más su valor económico.
Más allá del turismo, estas áreas funcionan como escudos naturales frente al cambio climático y como laboratorios vivos donde científicos descubren nuevas especies. Parques como Cerro Hoya, Jesús Héctor Gallego y Santa Fe son claros ejemplos de esa riqueza biológica.
Además, MiAMBIENTE impulsa proyectos que combinan conservación con desarrollo social. Entre ellos, el programa BIORURAL, que fortalece comunidades en parques como Volcán Barú, Bastimentos y Omar Torrijos Herrera, demostrando que proteger la naturaleza también puede traer prosperidad.










