36 años después en el acto conmemorativo de los sucesos de la invasión a Panamá el 20 de diciembre de 1989, en el Jardín de Paz, el viceministro de Asuntos Multilaterales y Cooperación, Carlos Guevara Mann, llamó a recordar esta fecha como un momento de duelo, recogimiento y reflexión nacional, más allá de confrontaciones o lecturas simplistas.
El acto estuvo marcado por momentos de controversia, luego de que familiares de algunas de las víctimas cuestionaran el papel de ciertos miembros de la Comisión de Familiares de Desaparecidos, a quienes señalaron por no haber participado de manera activa y permanente en los procesos de identificación.
Durante la intervención de Trinidad Ayola, de la Comisión 20 de Diciembre, Isabel Corro, quien también lideró a un grupo de personas afectadas por la invasión, criticó las gestiones de algunos integrantes de la comisión, al alegar que no estuvieron de forma constante en la lucha por la reivindicación de las personas asesinadas por militares estadounidenses.
Guevara Mann sostuvo que la intervención ocurrió en un escenario geopolítico externo, marcado por la pugna entre grandes potencias, y en una coyuntura interna en la que se habían perdido las libertades democráticas.
No obstante, algunos asistentes reaccionaron con gritos, señalando que no existe forma de justificar una invasión en la que murieron personas inocentes y se destruyeron barrios enteros.
Actos conmemorativos en el Jardín de Paz, por los 36 años de la invasión en el que se recuerda a las víctimas. LP/Anel AsprillaPor su parte, el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, afirmó que no existen cifras exactas sobre las personas muertas y desaparecidas durante la invasión, y exhortó a las autoridades a brindar un cierre a las familias de las víctimas. Ulloa también hizo un llamado a trabajar de manera unida en la identificación de las personas desaparecidas.
Discurso del viceministro
Guevara Mann señaló que la invasión de Estados Unidos a Panamá fue un acontecimiento de “enorme gravedad”, que provocó la muerte de numerosas personas —principalmente civiles—, la destrucción de barrios enteros, el desplazamiento forzado de miles de ciudadanos y un trauma colectivo que, más de tres décadas después, sigue presente en la memoria del país.
“Más allá de las cifras, que continúan siendo objeto de debate y estudio, lo cierto es que Panamá vivió una experiencia de violencia extrema que marcó a generaciones enteras”, afirmó el viceministro, al destacar que la operación militar implicó el uso masivo de la fuerza en zonas densamente pobladas, con graves consecuencias para la población civil y violaciones a derechos humanos fundamentales.
Actos conmemorativos en el Jardín de Paz, por los 36 años de la invasión en el que se recuerda a las víctimas. LP/Anel AsprillaDesde la perspectiva del derecho internacional, el funcionario sostuvo que la invasión planteó —y sigue planteando— interrogantes profundas sobre principios como la soberanía, la no intervención, la proporcionalidad en el uso de la fuerza y la protección de los civiles.
A su juicio, la vulneración de estos principios deja heridas duraderas y obliga a fortalecer los mecanismos multilaterales de prevención y resolución pacífica de conflictos.
Guevara Mann subrayó que los hechos de 1989 no pueden entenderse de manera aislada, sino como parte de un proceso histórico más amplio, marcado por una prolongada crisis política interna. Recordó que Panamá vivía bajo un régimen autoritario que debilitó las instituciones civiles, restringió el ejercicio del sufragio y persiguió a quienes luchaban por la democracia.
“Ese acontecimiento traumático no ocurrió en un vacío. Está concatenado con la profunda crisis política que lo precedió: una crisis prolongada y, en buena medida, evitable. Panamá vivía bajo un régimen autoritario que concentraba el poder, debilitó las instituciones civiles y conculcaba las libertades políticas”, recalcó.



