En un giro siniestro en el corazón de la ciudad, una cinta amarilla y una sábana blanca se convirtieron en testigos mudos de un atroz acto de violencia. En el oscuro pasillo que yace entre el imponente Hotel Lisboa y el sombrío edificio Policentro en avenida Cuba, corregimiento de Calidonia., la muerte reclamó su tributo en forma de una mujer sin vida.
La escena, digna de las páginas más oscuras de la literatura criminal, fue descubierta en la penumbra de la madrugada por los ojos inquisitivos de la ley. ¿Qué macabra danza de sombras había llevado a esta mujer, envuelta en la lúgubre mortaja de la noche, a encontrar su final en ese lugar olvidado por la luz del día?
La Sección de Homicidio y Femicidio de la Fiscalía Metropolitana, llamada a la escena por los susurros desgarradores de la muerte, se adentró en el laberinto de sombras en busca de respuestas. Según los relatos sombríos de una fuente policial, el silencio de la noche fue interrumpido por el estrépito de un destino sellado con sangre. Fue la llamada desesperada de la recepcionista del Hotel Sr. Marcos, una voz temblorosa que rompió la monotonía de la oscuridad, la que anunció el descubrimiento macabro.
A las 3:00 a.m., en la hora más oscura, el pasillo fue testigo de la brutalidad con la que la muerte se abalanzó sobre su presa. La mujer, despojada de su humanidad hasta quedar reducida a nada más que ropa interior, fue encontrada en el umbral de la vida y la muerte, un límite borroso entre la existencia y el olvido.
El eco de la tragedia resonó más allá de los confines del lugar maldito. El sistema de emergencias 911 respondió al llamado de la muerte, enviando a los guardianes de la vida, los paramédicos, para confirmar lo inevitable: el último aliento de la mujer había sido arrebatado por las garras del destino.
Con la llegada del Ministerio Público y los peritos forenses, la danza macabra alcanzó su climax. Bajo la luna mortecina, el cadáver fue elevado del suelo como un sacrificio en un altar invisible. Su destino, ahora, estaba en manos de aquellos que buscaban desentrañar los secretos de la muerte.
La morgue judicial, testigo silencioso de incontables tragedias, recibió a la mujer en su frío abrazo. Allí, entre sus paredes de mármol imperturbable, se realizaría la necropsia final, una danza de los muertos para revelar la causa última de su partida.
En las sombras de la noche, un enigma sin resolver se cierne sobre la ciudad. ¿Quién era esta mujer cuyo destino se entrelazó con el hilo de la muerte en el pasillo del Hotel Lisboa? ¿Qué sombras acechan en los rincones oscuros de la mente humana, llevando a tal acto de barbarie? Solo el tiempo, y los ojos inclementes de la ley, podrán desvelar los secretos ocultos en la noche macabra de Calidonia.




