La tranquila urbanización de La Alameda, en Betania, ha sido sacudida por el inesperado trasiego que ha generado la presencia del expresidente Ricardo Martinelli en la Embajada de Nicaragua en Panamá.
Desde el miércoles 7 de febrero, día en que Martinelli se refugió en la sede diplomática, la zona ha sido testigo de un continuo flujo de camionetas y furgones, evidenciando la mudanza en curso y la transformación que se avecina para el recinto. Colchones, electrodomésticos, televisores de distintos tamaños, cajas de agua y soda. Todo para un sitio que aparentar no tener absolutamente nada. Solo la fachada de una casa antigua de esta zona de Betania.
Foto: Agustín Herrera
Foto: Isaac OrtegaIncluso, el perro de Martinelli, Bruno, ha hecho su aparición en la escena, añadiendo un toque peculiar a la situación.
Los alrededores de la Embajada de Nicaragua amanecieron este jueves bajo un fuerte resguardo. A escasos metros de la residencia, situada en un sector residencial, se ha establecido un control por parte de la Policía Nacional, que vigila de cerca la zona. Además, una patrulla realiza rondas frecuentes para mantener la seguridad en el área.
Mientras tanto, los vecinos, movidos por la curiosidad, pasean a sus mascotas y se detienen para observar el ajetreo. Algunos se acercan a investigar, mientras que otros entablan conversaciones con los periodistas presentes. Justo en medio de esta escena, en la mañana del jueves llegó un camión similar a los utilizados por los comercios para el transporte de mercancía. En su carga se podían observar dos acondicionadores de aire de la marca Nisato, así como un televisor de 32 pulgadas y otro de 65 pulgadas de la marca RGA.
¿Qué más habrá pedido Martinelli mientras se refugia y huye de la sentencia firme en su contra?


