A pesar de la mala fama y las críticas que rodean al Parlamento Centroamericano (Parlacen), los últimos cinco expresidentes de Panamá, incluyendo Laurentino Cortizo, han optado por unirse a este organismo. Cortizo, quien gobernó entre 2019 y 2024, ya ha iniciado las gestiones para ser juramentado como diputado.
Este movimiento reaviva un viejo debate: ¿realmente sirve el Parlacen o es solo una excusa para obtener inmunidad y privilegios? A pesar de que sus decisiones no son vinculantes, sus miembros disfrutan de las mismas protecciones que los diputados de la Asamblea Nacional. Y eso ha generado controversia.
El Parlacen tiene un costo anual de $2.3 millones para Panamá, dinero que muchos consideran un despilfarro para un organismo que no parece dar resultados claros. Los 20 diputados panameños reciben un salario aproximado de $4,900 mensuales, según reveló Dorindo Cortez, aspirante a la vicepresidencia del Parlacen por Panamá. Sin embargo, parte de esos ingresos se destinan a cubrir los gastos de viajes a Guatemala, donde se realizan las sesiones.
La juramentación de los expresidentes, como Cortizo, es un proceso reglamentado, pero muy criticado. Figuras como el diputado Luis Duke, de Vamos, han calificado al Parlacen como una “cueva de ladrones” y piden que Panamá se retire de este foro. Incluso el presidente actual, José Raúl Mulino, ha expresado su deseo de sacar al país del Parlacen, aunque admite que no puede hacerlo fácilmente.
A pesar de las críticas, el Parlacen sigue funcionando y acogiendo a expresidentes como Martín Torrijos, Ricardo Martinelli, Juan Carlos Varela y ahora, Laurentino Cortizo. ¿Es el Parlacen un refugio para políticos o un espacio legítimo de discusión regional? ¡El debate está más caliente que nunca!
Con información de prensa.com