Todo arrancó con un grito de rabia en 2019. Afuera de la Asamblea Nacional, mientras adentro se repetía la historia con el nombramiento de Benicio Robinson en la Comisión de Presupuesto, un grupo de jóvenes alzó la voz. Entre empujones de frustración surgió la frase: “¡Sal de las redes!”, que pasó de ser consigna a convertirse en el nombre de un nuevo actor ciudadano.
Hoy, ese movimiento es noticia otra vez. Con pancartas y megáfonos, han vuelto a la carga contra temas que sacuden al país: desde reformas polémicas hasta acuerdos que permitirían la presencia militar estadounidense en suelo canalero.
No son improvisados, son organizados
Aunque su nacimiento fue espontáneo, Sal de las Redes se ha mantenido activo. Su gran irrupción ocurrió en 2023, cuando se lanzaron con todo contra el contrato minero. Desde entonces, cada paso lo comunican con estrategia: suman más de 160 mil seguidores en Instagram y miles en X, demostrando que la protesta se convoca con un solo clic.
Entre sus filas hay de todo. José Isaac González, uno de sus fundadores, aunque hoy labora como jefe de comunicación en la Alcaldía de San Miguelito, sigue vinculado “por amor al movimiento”. A su lado, un equipo de diez personas se encarga de sostener la maquinaria: desde logística hasta contenido.
Sin cheques ni sobres
¿Quién los financia? Según González, el bolsillo de cada integrante. Volantes, bocinas y todo lo que implica movilizarse sale de colectas internas. Lo suyo, afirma, no es pagar asistentes. “Aquí nadie cobra por protestar”, recalcan.
Entre aliados y distancias
Aunque han coincidido en la calle con sindicatos como Suntracs y figuras como Camila Aybar (rostro visible en luchas ambientales), aclaran que no responden a agendas ajenas. Tampoco tienen vínculo directo con figuras políticas como Juan Diego Vásquez o la coalición Vamos.
En sus luchas cuentan con asesoría legal de expertos como Juan Ramón Sevillano, clave en la demanda contra el contrato minero, y el respaldo de organizaciones como el CIAM.
Sin oficinas... pero con calle
Aunque registraron un local en Plaza Carolina, hoy no cuentan con sede física. Se organizan desde sus casas y se valen de la tecnología para unir fuerzas. Eso sí, la calle es su principal punto de encuentro.
Y ante la invitación del presidente José Raúl Mulino para sentarse a dialogar, su respuesta fue tajante: “Que escuche a la gente en las calles”.
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