En medio de los bosques húmedos de Panamá florece una de las plantas más queridas por el país: la Flor del Espíritu Santo, conocida científicamente como Peristeria elata.
Su fama no es casualidad. Basta mirarla de cerca para notar la figura que guarda en su interior: una paloma blanca, símbolo de La Flor del Espíritu Santo: la joya natural que Panamá protege el Espíritu Santo en la fe cristiana.
Ese detalle tan particular la llevó a convertirse, desde 1980, en la orquídea nacional y en un emblema que los panameños reconocen con orgullo.
Su presencia es más notable en la provincia de Herrera, donde cada septiembre miles de personas se reúnen para la tradicional Expoferia del Espíritu Santo.
Este evento se ha convertido en una vitrina para celebrar su belleza, su fragancia suave y la conexión cultural que representa para el país. Es una flor que, más allá de su forma curiosa, simboliza paz, esperanza y la identidad panameña.
Pero detrás de su encanto también existe una alerta. La Flor del Espíritu Santo está en peligro de extinción, lo que ha encendido las alarmas sobre la necesidad de protegerla. La pérdida de hábitat y el manejo inadecuado de la especie han puesto en riesgo su continuidad, por lo que su conservación se ha vuelto una prioridad nacional.
Cuidarla no es solo preservar una flor, sino resguardar un símbolo cultural y natural que forma parte de la historia del país. Mantener viva a la Peristeria elata es mantener vivo un pedazo de Panamá.
