Elarzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, trasladó este domingo la Jornada Mundial de los Pobres 2025 a la Arquidiócesis de Panamá y aprovechó su homilía para enviar un mensaje firme de reflexión, esperanza y compromiso social. Bajo el lema “Los pobres están en el corazón del Evangelio: donde hay amor, hay dignidad”, Ulloa invitó a los fieles a “volver al corazón del Evangelio” y a “no vivir una fe cómoda, sin obras ni compasión”.
El arzobispo recordó que la pobreza en Panamá tiene muchos rostros: “Detrás de los rascacielos y las luces, conviven varios Panamá: el de la pobreza extrema en nuestros pueblos indígenas, el de la pobreza silenciosa del campo y el de la pobreza urbana que se esconde en los barrios de la capital”.
Ulloa reveló que más de 800 personas viven actualmente en situación de calle en los 26 corregimientos de la ciudad de Panamá, y que muchas más sobreviven en condiciones de abandono, soledad y adicciones. “Esta realidad no puede dejarnos indiferentes”, advirtió. “La fe no puede quedarse en una emoción bonita al calor de un canto. Si la fe no toca el bolsillo, si no nos incomoda ni nos descentra, no es fe: es autoayuda disfrazada de religión”, dijo con tono firme.
Una Iglesia que sirve con obras concretas
Durante su mensaje, el arzobispo también destacó el trabajo silencioso y constante de las obras sociales católicas en el país, que —según explicó— “llevan esperanza allí donde la pobreza duele y donde nadie más llega”.
Entre ellas mencionó el Hogar San Juan Pablo II, la Fundación Senderos, el Comedor Solidario Santa María del Camino, y múltiples hogares para niños, mujeres y adultos mayores.Asimismo, anunció que en 2026 abrirá la Casa de Día Rosario Salineros de Gago, en Ciudad Radial, un nuevo espacio de cuidado para adultos mayores.
“Cada voluntario, cada benefactor, cada comunidad parroquial que ofrece su tiempo o sus recursos hace posible que la Iglesia siga siendo hogar, escuela, hospital y taller de esperanza”, expresó Ulloa.
‘Basta ya de muerte, basta de indiferencia’
Al cierre de su homilía, el Arzobispo de Panamá hizo un llamado enérgico a detener la ola de violencia que sacude al país y que —según dijo— “se ha convertido en una llaga abierta en el corazón de la nación”.
“Cada vida arrebatada, cada joven perdido, cada familia que llora en silencio es un grito que clama al cielo. No podemos acostumbrarnos a convivir con el miedo ni aceptar que la muerte y el odio marquen nuestro destino”, advirtió.
Pidió a las autoridades actuar con firmeza y transparencia, a las familias fomentar el amor y el diálogo, y a la Iglesia mantener viva la esperanza. “Panamá necesita despertar. La violencia no se vence con discursos, sino con decisiones valientes y con justicia”, insistió.
Con voz pausada, monseñor Ulloa concluyó: “Que este dolor nos mueva a unirnos, no a dividirnos. A sembrar esperanza donde otros siembran miedo. Basta ya de muerte. Basta ya de indiferencia”.


