Después de jugarse todas sus cartas, incluyendo un último as bajo la manga de negociar con los querellantes, jugada que le salió a medias, el expresidente Ricardo Martinelli finalmente compareció ante el nuevo proceso por el caso de los pinchazos telefónicos.
Y como si de un preludio se tratara, este juicio oral arranca en la coyuntura del recién destapado escándalo de las interceptaciones telefónicas a decenas de miles de personas en todo el mundo con la herramienta tecnológica Pegasus, misma que fue usada en Panamá durante la administración del procesado para el espionaje de políticos, dirigentes gremiales, empresarios, periodistas y particulares.
Dicen que la vida da revanchas, y en este caso la ha dado por partida doble, no solo para corregir el entuerto del primer juicio por los pinchazos hecho a Martinelli y donde la justicia panameña hizo el ridículo a nivel local e internacional. Ahora también tenemos la oportunidad como ciudadanos de dimensionar la gravedad de este delito, velar por que se haga justicia y exigir que algo como lo ocurrido no se repita nunca más en el país.