Una oficial de crédito se llevó una condena de 13 años de prisión por falsedad ideológica y delitos financieros que dejaron en la lona a una cooperativa de ahorro. La Fiscalía Metropolitana presentó pruebas irrefutables en la Sección de Descarga, y el juez no tuvo piedad con esta estafadora que jugó sucio con la plata de los ahorristas.
Todo explotó cuando la cooperativa denunció que esta mujer, desde su puesto, aprobó 14 préstamos personales por $219,148. Usó documentos truchos que le pasaron los “beneficiarios” fantasma, ignorando a propósito las irregularidades obvias: firmas dudosas, datos inflados y papeles que no cuadraban ni con lupa.
Ella misma tramitó todo el proceso, pisoteando los controles básicos para que el dinero saliera volando. El fraude no solo vació las arcas de la cooperativa, sino que afectó la confianza de miles de panameños que confían en estas entidades para sus ahorros diarios.
La sentencia envía un mensaje claro: manos a la obra con la corrupción deja años tras las rejas. ¿Cuántos más casos así acechan en las sombras?


