La comunidad de Bella Vista, en La Gloria, distrito de Changuinola, vive días de angustia y escalofrío tras el aterrador avistamiento de Ghussan Zafar, un canadiense que deambula solo por la zona montañosa con un machete en mano, mientras sus dos hijos pequeños llevan siete días desaparecidos.
Según los vecinos, este extranjero, que no trabajaba y dependía económicamente de su familia, fue visto por última vez el lunes 26 de mayo, en horas de la noche, vagando entre los matorrales. Intentaron detenerlo y avisaron a la policía, pero el sujeto se les escabulló internándose en el bosque. La tensión es aún mayor porque la zona carece de electricidad, dificultando los operativos de búsqueda.
La Policía Nacional, junto al Cuerpo de Bomberos, Senafront, Sinaproc y otros organismos, se ha volcado a buscar a Zafar y a los niños desaparecidos. La madre de los menores también se sumó, desesperada, a los operativos. Los pequeños Nousaybah Bint Ghussan, de 2 años, y Salahuddin Musa Bint Ghussan, de apenas 7 meses, se perdieron el 21 de mayo, cuando su padre se los llevó desde su casa en Mayor B, sector de El Empalme. Desde entonces, el silencio se ha apoderado del caso.
La desesperación cunde y el temor crece. Días atrás, vecinos dijeron haberlo visto rondando el puente sobre el río Changuinola, en Finca 4, lo que desató un intenso operativo sin resultados. Ahora, el misterio de los niños desaparecidos y del canadiense que se escabulle entre los montes sigue dejando a todos con los pelos de punta.
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La selva panameña de Bocas del Toro esconde un misterio que hiela la sangre. Ghussan Zafar, un canadiense de 31 años, fue visto vagando solo y armado con un machete por la comunidad de Bella Vista, en Changuinola, mientras sus dos pequeños hijos —de 2 años y 7 meses— están desaparecidos desde hace ya siete días.
Todo comenzó el pasado 21 de mayo, cuando Fatima, esposa de Zafar, despertó en su residencia en El Empalme y descubrió que él y sus hijos ya no estaban. Lo último que se sabe es que fue avistado la noche del 26 de mayo, solo, entre la maleza, con semblante desorientado y portando un arma blanca. Residentes intentaron detenerlo y alertaron a las autoridades, pero el hombre se internó en lo profundo de la jungla.
Mientras el terror se apodera de Bella Vista, la madre desesperada y familiares del canadiense —llegados desde Hamilton, Canadá— claman por ayuda urgente. “Necesitamos apoyo del gobierno canadiense ya. La zona es inaccesible, hay calor, humedad y lluvias torrenciales, y Panamá no cuenta con la tecnología ni los recursos necesarios”, denunció Nagham Azzam-Iqbal, cuñada del desaparecido, en declaraciones a CBC desde Panamá.
El hermano de Zafar, Sulman Iqbal, también se unió a la búsqueda, que enfrenta el doble desafío del terreno hostil y la falta de equipos como drones térmicos o perros de rastreo. Mientras tanto, Global Affairs Canada asegura que están en contacto con las autoridades panameñas, pero la investigación sigue en manos locales.
La familia canadiense ha extendido un llamado desesperado a cualquier persona que haya estado en contacto con Ghussan: “Necesitamos información, cualquier detalle puede salvar a los niños. No podemos esperar más”.
Y mientras la selva sigue tragándose pistas y el silencio sepulcral es roto solo por los gritos desesperados de la madre, los habitantes de Bella Vista viven entre el miedo y el desconcierto.
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