Como pólvora se viralizaron unos audios estremecedores en los que una madre, aparentemente maltratando a su bebé de solo un año, discutía con el que sería el padre de la criatura. La razón: el hombre no pagaba la pensión alimenticia. Este hecho ha causado gran revuelo en Panamá, dejando a todos con la boca abierta.
La mujer, identificada como Itzela Vega Franco, de 35 años, fue capturada en la comunidad de Guásimo, Los Santos, tras la denuncia del padre, quien presentó grabaciones de las conversaciones telefónicas. Los audios, que han circulado por todo Panamá, muestran a la madre amenazando a su hija con dejarla al sol, golpearla y provocar su llanto, todo por un asunto de dinero.
Este caso ha desatado una ola de indignación no solo por la gravedad de los hechos, sino también porque toca fibras sensibles en torno a la violencia familiar y el maltrato infantil. La aprehensión de Itzela, quien está embarazada de dos meses, se dio en un operativo de la Fiscalía Adjunta de la Personería Municipal de Los Santos.
Aunque la acusada solicitó un trato especial debido a su embarazo, la jueza desestimó su petición y ordenó su detención provisional. Itzela enfrenta cargos graves por maltrato infantil, de acuerdo con los artículos 202 y 203 del Código Penal, y podría enfrentar más consecuencias por otros incidentes previos de violencia familiar. Además, su propia madre ha asegurado ser víctima de maltrato por parte de su hija, lo que ha sumado un giro dramático a este caso.
Las menores de 7 y 2 años que estaban bajo el cuidado de Itzela han sido puestas bajo la protección de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senniaf), que no ha dejado de investigar el caso. La comunidad está indignada y exigiendo justicia, mientras que activistas en defensa de los derechos de la niñez exigen una respuesta firme del Ministerio Público. A pesar de los esfuerzos de la defensa de la acusada para apelar la detención, la jueza dejó claro que la ley debe prevalecer.
Sin embargo, en medio de este dramático suceso, es relevante considerar que Itzela podría haber estado sufriendo de depresión posparto, un trastorno emocional que afecta a algunas mujeres después del parto. Este trastorno no se trata de los “bajones” emocionales comunes tras el nacimiento de un hijo, sino de una condición seria que puede causar tristeza profunda, ansiedad, irritabilidad y una desconexión con el bebé. Las madres que padecen este trastorno pueden experimentar una fatiga extrema, sentimientos de inutilidad y una dificultad para cuidar adecuadamente a su hijo.
Si bien la depresión posparto no justifica el maltrato infantil, comprender su impacto en la salud mental de la madre podría arrojar luz sobre las posibles causas subyacentes del comportamiento de Itzela. Los síntomas, como la falta de control sobre las emociones y la incapacidad de establecer un vínculo adecuado con el bebé, pueden contribuir a situaciones como la que estamos observando. Este trastorno resalta la importancia de proporcionar apoyo psicológico adecuado a las madres vulnerables, para prevenir consecuencias trágicas para ellas y sus hijos.
Este caso ha puesto sobre la mesa temas fundamentales como la violencia familiar, la protección infantil y la necesidad de intervenciones adecuadas en casos de salud mental. A medida que avancen las investigaciones, es esencial que se aborde no solo la responsabilidad penal, sino también los factores de salud mental que podrían haber influido en este trágico acontecimiento.