La provincia de Colón amaneció este jueves 18 de septiembre con un cambio fuerte en las filas de la Policía Nacional. Tadeo Osorio, quien hasta ayer llevaba las riendas de la Tercera Zona Policial, fue removido del cargo y en su lugar asumió el comisionado Hermógenes Arguelles, un rostro ya conocido en la costa atlántica.
El movimiento se oficializó en la sede regional de la institución, donde estuvieron presentes el director general de la Policía Nacional, Jaime Fernández, el subdirector Jorge Domínguez y otras autoridades locales.
Ahí se confirmó lo que muchos colonenses venían comentando: se necesitaba un giro en la estrategia para enfrentar la escalada de violencia que azota a la provincia.
Argüelles llega desde la Dirección Nacional de Operaciones, dependencia donde estuvo al frente de maniobras estratégicas a nivel nacional.
Ahora le toca encarar uno de los retos más duros: devolver la calma a las calles de Colón, donde los números de sangre ponen en alerta a toda la población.Solo en septiembre, los reportes oficiales contabilizan ocho personas asesinadas en distintos sectores de la provincia.
La cifra engorda un panorama mucho más sombrío: más de 80 muertes violentas en lo que va del año en la costa atlántica.
El cambio de mando no es un tema menor. Para muchos colonenses, la pregunta que queda en el aire es si la llegada de Arguelles marcará un verdadero quiebre en la estrategia de seguridad o si será “más de lo mismo”.
Lo cierto es que la Policía Nacional busca con esta movida mandar un mensaje claro: se endurece la mano en Colón.
Los barrios de la ciudad y las comunidades periféricas, donde las balas suenan más seguido que los carnavales, esperan resultados inmediatos. Y aunque las cifras pesan, también pesan las expectativas.
El nuevo jefe policial carga con la tarea de recuperar la confianza de la población, mantener el orden y frenar la ola de homicidios que mantiene en zozobra a la provincia.
La comunidad estará vigilante de los próximos pasos de Arguelles, un comisionado que ya conoce el terreno y que ahora deberá demostrar que no solo se trata de un cambio de nombres, sino de resultados palpables.
Por ahora, la consigna es clara: Colón quiere paz.


