La sensación de vacío emocional puede ser difícil de describir, pero se caracteriza por un sentimiento de desconnectividad y falta de propósito. Aunque puede parecer que no está relacionada con nada específico, puede surgir de experiencias pasadas, como la falta de afecto en la infancia, o de eventos actuales, como la pérdida de un ser querido o la ruptura de una relación. También puede aparecer ante cambios significativos en la vida, como la pérdida del trabajo o la insatisfacción en áreas específicas.
La psicóloga Lidia Asensi destaca que, aunque el vacío emocional puede ser un resultado de elecciones y cambios que se han hecho, es importante procesar y asumir estos cambios para superar la sensación de vacío. Sin embargo, mantenerse en relaciones o situaciones que no nos hacen sentir bien puede generar el mismo vacío emocional, lo que sugiere que la solución puede convertirse en el problema.
Asensi destaca que el intento de llenar el vacío emocional puede llevar a comportamientos perjudiciales, como realizar ejercicio excesivo, llenar la agenda de planes, mantener relaciones sexuales frecuentes o buscar sustitutos para llenar el espacio vacío después de una ruptura. También menciona que algunas personas intentan llenar este vacío a través de otras personas, lo que puede generar dependencia emocional.
Sin embargo, Asensi sugiere que el vacío puede ser una experiencia temporal que pasa con el tiempo, y que después de un período de sensación de vacío, podemos sentirnos más conectados con nosotros mismos, con otras personas y con el mundo que nos rodea.
En comparación con un colchón hinchable que se pincha, Asensi indica que si no nos esforzamos por llenar el vacío de manera saludable, es posible que el pinchazo emocional vuelva a abrirse en el futuro. Por lo tanto, es importante encontrar formas saludables de gestionar el vacío emocional para evitar daños a largo plazo.
(Con información de abc.es)