Compartir la contraseña de tus redes sociales o de tu email con tu pareja podría ser un símbolo de confianza, pero para algunos también es una muestra de invasión. Esta es la 'prueba de amor' de estos nuevos tiempos.
* Correo personal
Su nombre lo dice, es personal. En esta herramienta se guardan conversaciones íntimas, con amigas, amigos, quizá algún recuerdo de tu ex que no te animas a borrar aún y que puede ser malinterpretado por tu pareja si decide darle una exhaustiva revisión a esos correos que datan de años atrás. Es mejor evitarlo. Tanto para el usuario del correo como para quien tiene la contraseña. Recuerda que hay puertas que es mejor no abrir.
Si bien es cierto que todo lo que se publica en Facebook puede ser visto por tu pareja, también hay ciertas publicaciones que pueden ocultar gracias a los filtros. Con el inbox puede ocurrir lo mismo que con el email, aunque las conversaciones aquí suelen ser más cotidianas, algún comentario hecho sin pensar podría ser la causa de un gran problema.
* Celular
La opción de colocarle una contraseña al celular es decisión de cada quien. Al compartir tu contraseña, tu pareja puede saber a quién llamaste, quién te llamó, a quién enviaste algún corto SMS y viceversa e incluso acceder a tus chats de Whatsapp y tu galería de fotos. Si no tienes nada que ocultar, esto no representará ningún problema entre tú y tu pareja, pero si lo hubiera… prepárate.
Antes de entregar tu contraseña o pedirla, recuerda que el espacio personal de cada uno es importante, y podrías evitarte más de un dolor de cabeza.



