Una mujer alta, de pelo negro y voluptuosa era el primer eslabón de una peligrosa banda delincuencial que usaba la modalidad de secuestro exprés para hurtar las pertenencias de sus víctimas.
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Angie Niño, una joven, era el ‘señuelo’ que contactaba a hombres a través de redes sociales y durante al menos seis meses habría abordado a varios comerciantes de la región para realizar los secuestros selectivos.
De acuerdo con la Policía, esta mujer voluptuosa, conocida con el alias de la Chata, tenía la misión de contactar por Facebook o WhatsApp a comerciantes del departamento, cuando aceptaban su contacto, iniciaba de inmediato una serie de conversaciones íntimas, las cuales buscaban un encuentro con la víctima.
Las pruebas de video de la Policía dan cuenta que la mujer citaba a su víctima en una zona comercial. Hay evidencia del encuentro con un joven, con quien se cita y posteriormente van camino a un bar.
Tras un par de horas en ese establecimiento, la mujer y su víctima deciden salir del bar a altas horas de la noche y cuando esperan un transporte son abordados por los cómplices de la ‘Chata’.
La Policía precisó que la banda era conformada por cinco personas y logró establecer las identidades de estos delincuentes tras un seguimiento de más de seis meses, en los cuales se recopilaron pruebas utilizando técnicas avanzadas de interceptación de comunicaciones, análisis de telefonía celular, vigilancias, seguimientos y búsquedas selectivas en bases de datos.
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La víctima fue golpeada fuertemente por varios hombres y luego montado con violencia en un vehículo, donde le hurtaron sus pertenencias y el dinero de las tarjetas de crédito. Posteriormente, el hombre fue abandonado en una zona rural.
En el video se aprecia cuando la 'Chata' huye del lugar en el momento cuando sus cómplices golpean a la víctima.
El líder de la banda fue identificado como Carlos Gutiérrez, alias Ratón, quien llegó desde Necoclí (Antioquia), y a través de alias la Chata logró robar a varias personas de la región.
Los cinco delincuentes fueron puestos a disposición de las autoridades competentes y se encuentran recluidos en centro penitenciario y carcelario donde podrían enfrentar penas superiores a los 25 años de prisión.
Esto ocurrió en Colombia.
Fuente: El Tiempo
