Editorial:
Casi toda la semana pasé reventándome la cabeza, sobre por qué los padrastros de la patria se enfurecieron contra los perros. ¿Porque mueven la cola, ladran y tienen cuatro patas?
Como con frecuencia me entran los malos pensamientos, pensé que era para que nadie hable de la quinta papeleta que no discutieron, de las planillas millonarias y cuánta podredumbre han acumulado en los últimos años en esta vergüenza de órgano del Estado.
También pensé que como papa Francisco los ignoró se sintieron agredidos y se les ocurrió legislar contra el mejor amigo del hombre, el perro.
Tenía sospecha de las limitaciones legislativas, pero siempre pensé que como les pagan miles de dólares a los asesores, estos los controlan, les ponen bozal y, bueno, pueden aparentar que como usan sacos finos, corbatas y andan en Prado y se enamoran entre ellos, que no eran tan ordinarios y básicos para meterse contra los perros.
Al final me resigné porque es evidente que en la Asamblea parece que hay toda clase de especies como gatos, osos, búfalos, pumas, que se creen impunes, pero por su falta de lealtad con la patria ni a perro llegan.
¡Esa es la rabia!