El homicidio del exlegislador del circuito 9-2 por el Partido Revolucionario Democrático (PRD) Rafael Clemente Ábrego González, asesinado a balazos por sicarios minutos después de haber llegado a su casa número 46, en Villa Lilla, en el corregimiento de San Francisco, en la ciudad capital, el 13 de julio de 1994 dejó en entredicho a la justicia panameña.
Hasta ahora nadie conoce el móvil ni por qué mataron a este político del patio. Su crimen sigue siendo un misterio.
Según consta en las sumarias, la mañana de ese día la víctima llegó a la casa antes descrita procedente de la ciudad de Santiago de Veraguas.
Una hora después, dos sujetos entraron en la propiedad, se dirigieron a la cocina de la residencia y le pidieron un galón de agua. ¿Eran conocidos?
Cuando Ábrego González aprobó la petición de los sujetos, uno de ellos se retiró para llenar el envase con agua, en ese momento los sujetos aprovecharon para efectuarle varios disparos a la altura de la cabeza que causaron su muerte instantánea.
El protocolo de necropsia reveló que la víctima presentaba un orificio de entrada de proyectil de arma de fuego en el orbital derecho y otro en el orbital izquierdo. El informe forense determinó que el político falleció a causa de un traumatismo craneoencefálico por proyectil de arma de fuego. Le metieron dos tiros en la cabeza.
Era un político y empresario dedicado, junto con su familia, a la actividad arrocera. Fue constituyente y exlegislador. Luego de su muerte, y a pesar de sus rivalidades políticas, hasta el presidente de ese entonces, Guillermo Endara, lo lamentó.
¿Su esposa?
El 28 de mayo de 1999, el Tribunal Superior de Justicia abrió causa criminal contra Ismael Martínez Rengifo, pero ordenó sobreseer provisionalmente a Eulises Palacios Mena, Ernesto Moreno Hurtado, Hercilia María Águila de Ábrego (esposa de la víctima) y Carlos Alfredo Yáñez Navarrete (amante de Hercilia).
La investigación comprobó que la esposa del exlegislador en ese momento y Yáñez Navarrete mantenían relaciones extraconyugales.
Ambos coincidieron en sus declaraciones en que tenían conocimiento de que la víctima viajaría a la ciudad de Panamá esa mañana porque se habían citado para verse en Santiago de Veraguas, aprovechando la ausencia de este. Él por acá y ellos por allá.
Entre los indicios del hecho está la relación extraconyugal que mantenía la esposa de la víctima Hercilia María Águila de Ábrego con Carlos Alfredo Yáñez Navarrete. Pues según se recoge en el expediente, estos contaban con la información cruzada del itinerario de la víctima, además de que existen evidencias de las comunicaciones el día antes y el día de los hechos, en el cual se informaron del destino, hora de partida del político y sí se toma en cuenta que los homicidas estaban en espera de la llegada de la víctima en un domicilio que solo visitaba de manera ocasional.
Existieron indicios para señalar la oportunidad existente de que fuesen los amantes Navarrete y Águila quienes prepararon los hechos que motivaron el crimen; sin embargo, los investigadores no pudieron establecer la relación de estos con el hecho punible. Esta teoría del caso no prosperó. Los amantes quedaron libres.
¿Robo?
Pero si la teoría sentimental no prosperó, la del robo tampoco.
En la investigación se determinó que los autores materiales del crimen no tenían interés en despojar a la víctima de ningún bien, tampoco que hubiese discrepancia personal entre ellos, por lo que pudieron actuar mandados por otras personas. ¿Quién fue?
Las pesquisas determinaron posteriormente que los sicarios esperaron a la víctima en su casa desde las 5:00 a.m. y cobraron 15 mil dólares para perpetrar el crimen.
Una vez ocurrido el hecho, trascendió que este había recibido amenazas de muerte por varios negocios que mantenía. Se mencionó así mismo la venta de una embarcación y una transacción para la compraventa de un automóvil por 10 mil dólares. El director de la PTJ en ese momento, Jaime Abad, declaró que se trataba de un ajuste de cuentas. Nunca se confirmó ni se descartó el tema de las drogas.
Al final, un jurado de conciencia declaró inocente al único sindicado Ismael Martínez Rengifo, quien estuvo detenido ocho años. El caso quedó impune.
En este proceso Juan Antonio Tejada, fiscal Primero Superior de ese entonces, había advertido de amenazas de muerte y pocos días después fue encontrado sin vida el inspector de la extinta PTJ Edgar Vargas Ortega, quien trabajó estrechamente en las investigaciones sobre la muerte del exlegislador del PRD.
Luego de llamados de atención y ampliaciones, el caso del exlegislador estuvo más de dos años paralizado y al final nadie fue condenado. Todo quedó en el misterio del 'ajuste de cuentas' y posteriormente la familia hacía esfuerzos para repartirse la herencia del político y empresario arrocero.
Nota: Sonia Navarro
Recopias: Agustín Herrera