Al anochecer del próximo martes 4 y durante todo el miércoles 5 el pueblo judío conmemora la jornada más sagrada de su calendario. Se trata de Yom Kipur, conocido habitualmente como el Día del Perdón, aunque el término correcto es Día de la Expiación.
La Real Academia Española define expiar como “Borrar las culpas, purificarse de ellas por medio de algún sacrificio.” La expiación responde a una profunda necesidad humana de eliminar la carga negativa como consecuencia de las faltas cometidas.
Ya desde tiempos antiguos existían distintas ceremonias que lograban este objetivo como por ejemplo la del chivo expiatorio que describe la Torá en el libro de Levítico (cap. 16) pasaje que es leído en la sinagoga en la mañana de Yom Kipur.
Y hablando de este día sagrado creo que vale la pena compartir algunas de sus ideas centrales.
Permítanme comenzar con una anécdota personal. Conversaba con una persona en un evento social quien me preguntó: “Si Rosh Hashaná es el año nuevo, que es exactamente Yom Kipur?” Le respondí que es el día en que uno le reza a Dios para que lo perdone. Es un día maravilloso, muy inspirador. Es mi díafavorito.
- ¿Pero exactamente que hacen?, me volvió a preguntar
- Rezamos muchísimo - le dije. Y además ayunamos. No comemos ni tomamos nada durante 25 horas.
- ¿Y qué hacen todo el día en la sinagoga?
- Decimos nuestras faltas, nos “golpeamos” el pecho, recitamos muchas plegarias, leemos pasajes bíblicos, nos sentamos, nos paramos, nos volvemos a sentar, y luego, al final, nos quedamos una hora parados...
En ese instante percibí que el señor me miraba casi burlonamente, parecía que estaba pensando: Si esta es la celebración que más le gusta no quiero imaginarme como serán las otras....
Es que así es Yom Kipur, una jornada intensa, cargada de simbolismo y tradiciones, de memorias y de vivencias que nos conectan con el pasado y nos permiten encontrar significado en el presente. ¿Cómo explicárselo a quien nunca lo ha vivido? ¿Cómo describir a una persona que nunca estuvo presente, la trascendencia de este día?
En Rosh Hashaná (Año nuevo) somos juzgados, pero nuestro veredicto sale en Yom Kipur. De allí la apelación a la misericordia divina y nuestro compromiso por tratar de ser mejores personas.
Las prohibiciones de la jornada (ayuno de comida y bebida, calzar cuero, abstinencia sexual, etc.) apuntan a fortalecer nuestro lado espiritual. Intentamos reducir al mínimo los aspectos fisiológicos para concentrar nuestra energía en aquello que nos conecta con lo trascedente. En Yom Kipur también dedicamos una parte de la liturgia al recuerdo de aquellos seres queridos que han muerto. Deseamos que su recuerdo y su legado sean una guía para orientarnos en el camino de la vida.
Al final del día, un poderoso sonido del Shofar (cuerno de carnero) anuncia la conclusión. Salimos de la sinagoga exhaustos y conmovidos. Y lo más importante, comprometidos a tratar de ser mejores personas.
Allí radica la fuerza de ese día único y especial. Yom Kipur nos libera de la carga emocional por los errores cometidos, pero más importante aún, encierra nuestro desafío cotidiano de tratar de vivir una vida con significado, en donde nuestras acciones den testimonio de quienes verdaderamente somos.