El regreso de Leonardo Pipino a la escena del fútbol panameño, ahora como entrenador de la Selección Sub-17 Masculina, marca un hito en el desarrollo del fútbol juvenil. Con un historial destacado que incluye la clasificación al Mundial Sub-20 de la FIFA en 2015 y un cuarto lugar en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, Pipino enfrenta el reto de guiar a la nueva generación de talentos hacia el éxito en el próximo proceso mundialista. Su enfoque no solo se centra en la competición, sino también en la formación integral de los jugadores, un aspecto crucial para el futuro del fútbol panameño.
Leonardo Pipino no es un desconocido en el fútbol panameño. Su anterior etapa con las selecciones juveniles dejó una huella significativa, especialmente con la clasificación al Mundial Sub-20 en Nueva Zelanda 2015. Ahora, su retorno trae consigo una mezcla de experiencia y un renovado compromiso hacia el desarrollo de los jóvenes futbolistas.
El torneo Uncaf Sub-17, disputado en mayo de este año en Costa Rica, sirvió como una primera prueba para Pipino. Aunque Panamá terminó en la tercera posición, el equipo mostró destellos de talento y potencial, lo que augura un proceso prometedor bajo su dirección. Pipino ha dejado claro que su objetivo principal es mantener la identidad de la selección mayor y seguir sus comportamientos, adaptando estos principios a la categoría Sub-17.
En agosto, Pipino inició un exhaustivo proceso de visorias en todo el país, buscando los mejores talentos que puedan integrarse al equipo. Este proceso es crucial, ya que la correcta selección de jugadores en esta etapa formativa podría determinar el éxito del equipo en las futuras competiciones. Los microciclos de entrenamiento, que comenzarán en septiembre, serán la oportunidad para afinar las tácticas y cohesionar al equipo, preparándolos para el premundial Sub-17, programado para febrero de 2025.
El enfoque de Pipino va más allá de la simple clasificación al Mundial. Él ve esta oportunidad como un proceso de formación integral, donde los jugadores no solo se desarrollan en el campo, sino que también adquieren habilidades y valores que les servirán a lo largo de sus carreras deportivas. Esta visión holística es fundamental para crear una base sólida que nutra a las futuras selecciones nacionales.



