En un fútbol que premia a las superestrellas, donde los focos se centran en los jugadores, Pierluigi Collina rompió el molde al convertirse en una figura dominante, pero desde el arbitraje. Su cabeza calva y su mirada penetrante se convirtieron en su sello distintivo, en un deporte en el que los árbitros rara vez reciben elogios, Collina no solo logró destacar, sino que también se convirtió en un símbolo de autoridad y respeto. Su imagen, marcada por la alopecia que lo dejó calvo, y su mirada intensa eran características inconfundibles que imponían respeto tanto dentro como fuera del campo.

La carrera de Collina fue tan rápida como su ascenso al reconocimiento mundial. Comenzó en la Serie C de Italia, y en apenas tres años ya estaba pitando en la Serie A, la máxima categoría del fútbol italiano. Pero su talento no pasó desapercibido, y pronto fue llamado a dirigir encuentros en los torneos más importantes del mundo. Desde finales de Champions hasta Juegos Olímpicos, Collina se convirtió en sinónimo de arbitraje impecable.
David Beckham recuerda con claridad la imponente presencia de Collina en la cancha: “Era como si pudiera ver a través de ti. No había lugar para errores con él”. Zinedine Zidane también elogiaba su capacidad para controlar el juego: “Cuando Collina estaba en el campo, sabías que no podías hacer nada fuera de lugar. Su presencia mantenía a todos en línea”.
La capacidad de Pierluigi para gestionar el juego sin necesitar la tecnología que ahora es común en los partidos, como el VAR, lo convertía en un árbitro único. “No hacía falta que revisara una jugada en un monitor, su criterio era lo suficientemente preciso”, decía Paolo Maldini, otra leyenda que fue testigo de su desempeño. Collina tenía una habilidad especial para interpretar las situaciones y, lo más importante, para imponer su autoridad sin interrumpir el flujo natural del juego.
Uno de los momentos más icónicos de su carrera fue cuando arbitró la final de la Champions League en 2002 entre Real Madrid y Bayer Leverkusen. Mientras muchos recuerdan el icónico gol de volea de Zinedine Zidane, pocos destacan que Collina fue quien dirigió ese partido con una precisión inigualable.
Su popularidad llegó a tal punto que apareció en la portada de un videojuego, el Pro Evolution Soccer, un hecho sin precedentes para un árbitro. Collina era más que un simple juez, se convirtió en una leyenda viviente.
Pierluigi Collina, anunció su retiro el 29 de agosto de 2005. Su último partido fue el 24 de agosto de 2005, en el que arbitró el encuentro entre Villarreal CF y Everton FC en la tercera ronda de clasificación de la UEFA Champions League. Su retiro, motivado por un conflicto con patrocinadores, solo confirmó su integridad y compromiso con la transparencia del juego. Después de retirarse, Collina continuó influyendo en el mundo del fútbol como miembro del Comité de Árbitros de la UEFA y de la FIFA, ayudando a mejorar los estándares de arbitraje a nivel mundial.
Hoy en día, su nombre sigue siendo sinónimo de excelencia, en un tiempo donde los árbitros dependen de la tecnología y son más criticados que nunca.