Haití, la selección más golpeada de la Concacaf hizo lo impensable: clasificó al Mundial 2026 sin poder jugar en su país, sin estadio propio y con un técnico que nunca ha pisado la isla. Sí, leyó bien. Desde Curazao, y lidiando con una crisis que lleva más de una década, los haitianos firmaron una de las gestas más increíbles del fútbol moderno.
Sébastien Migné coordina entrenamientos y tácticas a distancia, sin poder viajar por la crisis en Haití.Un técnico que dirige a distancia
Sébastien Migné, francés y estratega principal, vive algo inédito: clasificar a un Mundial sin haber puesto un pie en Haití. “Es imposible viajar, es demasiado peligroso”, confesó a la prensa europea. Y no exagera. Las alertas internacionales recomiendan no entrar al país por violencia, secuestros y disturbios. Migné trabaja todo por videollamada, scouting remoto y coordinación con clubes europeos, y aun así logró que su grupo caminara firme como si entrenaran juntos todos los días.
#19Nov | La selección de fútbol de Haití clasificó al Mundial de 2026 al vencer el martes #18Nov a la selección de Nicaragua 2-0 en la última jornada del Grupo C de las Eliminatorias de la Concacaf.
— El Diario (@eldiario) November 19, 2025
Haití, dirigida por el francés Sébastien Migné, jugará la Copa del Mundo por… pic.twitter.com/UC1gKjhEVo
Una selección hecha en la diáspora
El equipo haitiano está construido, literalmente, fuera de Haití. La mayoría de sus jugadores nacieron o crecieron en Francia, Bélgica o Inglaterra. Nombres como Jean-Ricner Bellegarde, Josué Casimir o Hannes Delcroix representan una mezcla de técnica europea con corazón caribeño. Su partido decisivo, el 2-0 sobre Nicaragua el 18 de noviembre, fue la prueba final: orden, hambre y cero miedo escénico.
Con un plantel nacido en la diáspora y un entrenador exiliado, Haití completó la campaña más sorprendente de la Concacaf.Jugar de local a miles de kilómetros
Desde el terremoto de 2010, la selección no puede usar su estadio nacional. Sus juegos de local se disputan en Curazao y Aruba, un reto brutal para un país con recursos limitados. Viajes largos, entrenamientos dispersos y logística que dependería de milagros en cualquier otro lugar… pero Haití lo convirtió en rutina.
El francés Sébastien Migné se convirtió en símbolo de resiliencia al clasificar a Haití sin poder viajar por la crisis en la isla.El sueño que supera al fútbol
La clasificación, 52 años después de su única aparición en 1974, levantó el orgullo de un país que vive golpe tras golpe. En medio de tanta inestabilidad, este pase al Mundial no es solo deporte, es un grito de esperanza para millones que hoy necesitan creer en algo más grande que sus circunstancias.
Haití demuestra que el fútbol también es resiliencia. Que los sueños pueden construirse desde lejos, a pulso y sin excusas.



