La Serie Mundial 2024 trae consigo un dilema para uno de los íconos más grandes del béisbol: Reggie Jackson, el mítico “Mr. Octubre”. Invitado por dos pesos pesados del deporte, Peter O’Malley y Hal Steinbrenner, Jackson debe decidir en qué lado de la rivalidad estará presente en el arranque del campeonato: ¿Será en el glamoroso Dodger Stadium, o en el mítico Yankee Stadium? A pesar de estar dividido, su corazón parece latir con fuerza hacia un solo destino: el Bronx.
Jackson no oculta su admiración por los Dodgers, una franquicia que siempre tuvo un lugar especial en su vida. “Mi héroe era Duke Snider”, confiesa. “Los Dodgers siempre tuvieron equipos espectaculares, con jugadores como Garvey, Lopes, Russell y Cey. Su outfield con Reggie Smith y Dusty Baker era increíble. Eran los grandes de Hollywood, con su estilo y glamour”. Sin embargo, entre todos esos recuerdos, Jackson deja claro que su esencia y legado pertenecen a los Yankees. “Llevo las rayas en el Salón de la Fama. Tengo el NY en mi gorra. Soy un Yankee, hermano.”
El último choque entre Yankees y Dodgers en la Serie Mundial fue en 1981, cuando Jackson aún brillaba en el diamante. “Esa rivalidad era casi un ritual anual”, comenta con nostalgia. “Los Dodgers eran glamorosos, con sus gafas de sol y esposas rubias. Nosotros, en cambio, éramos los rudos de Nueva York, con nuestros uniformes a rayas, y cada vez que los usábamos, era como un objetivo a vencer”. Esa rivalidad histórica se mantiene viva, y ahora, más de cuatro décadas después, vuelve a capturar la atención del mundo deportivo.
Yankees y Dodgers: dos mundos que marcaron la vida del legendario bateador.
Jackson también recuerda un momento significativo con otro ícono de los Yankees, Mariano Rivera. “Un día Mariano me dijo: ‘Reggie, no sabía que esos uniformes a rayas fueran tan odiados’”. Esta anécdota refleja la mística que rodea al equipo del Bronx, cuyos éxitos y estilo imponen respeto y, a menudo, provocan envidia en sus rivales.
Aunque Jackson ahora trabaja como asesor para los Astros de Houston, su lealtad no ha cambiado. “Me gustan los Dodgers”, admite. “Siempre quise jugar para ellos. Pero soy un Yankee”. Esta contradicción refleja la esencia de Jackson: un hombre que admira el brillo de Hollywood, pero cuyo corazón pertenece al Bronx.
A pesar de la tentación de asistir al primer juego con O’Malley en Los Ángeles, Jackson considera la posibilidad de equilibrar ambas invitaciones. Podría estar en el Dodger Stadium para el Juego 1 y luego unirse a Steinbrenner para el Juego 3, cuando la Serie Mundial se traslade a Nueva York. No importa cómo decida dividir su tiempo, su apoyo estará siempre del lado de los Yankees. “¿A quién crees que voy a apoyar? Tengo que apoyar a los Yankees”, sentencia.



