Si, señores, la inesperada decisión de la familia Grousbeck de poner a la venta a los Boston Celtics ha generado un terremoto en la NBA, justo cuando el equipo celebraba su decimoctavo campeonato. La razón detrás de esta monumental decisión radica en las penalizaciones fiscales, que proyectan un sobrecosto de $280 millones, el cual está desgastando las finanzas familiares. Las crecientes cargas salariales y las estrictas normas económicas de la NBA han forzado a la familia propietaria a revaluar su capacidad de seguir financiando al equipo sin generar pérdidas masivas.
El conflicto interno es significativo
Wyc Grousbeck, el rostro visible de la franquicia, y su padre, Irving Grousbeck, quien controla la mayoría accionaria, mantienen posturas opuestas. Mientras Wyc aboga por continuar con el equipo, Irving ha expresado una clara reticencia a soportar las inmensas pérdidas que se avecinan, especialmente cuando se enfrentan a compromisos salariales como los de Jayson Tatum y Jrue Holiday, que juntos superan los $500 millones en salarios y penalizaciones.
Los Celtics, a pesar de su estatus histórico y legado de éxito, ahora se enfrentan a un futuro incierto. La posible venta del equipo podría romper todos los récords, alcanzando cifras cercanas a los $6 mil millones. Sin embargo, la gran incógnita es si el nuevo propietario podrá equilibrar las expectativas de éxito con las exigencias financieras de la NBA moderna.
Equipos como los Golden State Warriors y Phoenix Suns han enfrentado problemas similares, pero para los Celtics, la situación parece haber alcanzado un punto de no retorno. La presión de mantener a un equipo competitivo, mientras se lidia con las altas penalizaciones fiscales, está desmoronando las posibilidades de continuar bajo la actual gestión. El próximo capítulo en la historia de los Celtics dependerá de la capacidad de la franquicia para adaptarse a las realidades financieras actuales sin sacrificar su legado.
