Todo este lío comenzó con un video de Katleen Levy en TikTok, donde la exdiputada habló sobre el acuerdo de cría entre su perrita Dracarys y Pistacho, el perro del mercadólogo Álvaro Ochoa. Lo que parecía un tema de mascotas terminó convertido en un escándalo público, con acusaciones cruzadas, plata de por medio y hasta advertencias de demandas.
Ochoa aclara su versión
En respuesta, Ochoa, conocido como el papá de Pistacho, subió un video a Instagram asegurando que su intención nunca fue lucrar, sino quedarse con un cachorro macho para que Pistacho creciera junto a él.
“Hago este video desde la empatía, para contrarrestar lo que dijo la licenciada Katleen Levy. Yo tuve el primer acercamiento, y desde el primer momento le dije que quería tener crías de Pistacho porque quería que él creciera con sus cachorros, nunca le hablé de venta ni nada de eso”, declaró.
El mercadólogo recalcó que estuvo pendiente del embarazo, el parto y el crecimiento de las crías, insistiendo en que solo buscaba cumplir con lo pactado.
Katleen saca las garras
Levy, por su parte, soltó un arsenal de revelaciones en sus historias de Instagram. Contó que todo se descontroló cuando recibió una llamada a las 6:50 de la mañana del esposo de Ochoa, quien —según ella— estaba alterado, la acusaba de homofóbica y hasta le advirtió que podía “destruirla en los medios”.
Katleen negó de plano ese señalamiento:
“Yo estoy hablando de perros, no de familias. A mí no me importa si es papá-papá, mamá-mamá o mujer-hombre”.
Según la exdiputada, el acuerdo inicial era claro: cada parte se quedaba con un cachorro. Sin embargo, denunció que Ochoa y su pareja cambiaron de versiones “miles de veces”, alegando que no podían criar más perros junto a Pistacho y hasta proponiendo repetir la cruza en tres años para repartir crías.
Levy también aseguró que en medio de la discusión le hablaron de USD 7,000 por el perro, cifra que rechazó de inmediato. A eso se sumó que en algún momento recibió un pago de USD 1,000 por la monta, pero ella insiste en que lo hizo solo para no quedar mal, aunque reclamó que “Pistacho ni siquiera tiene papeles” y que lo justo habría sido cobrar USD 500 y no 1,000.
Más allá del dinero, Katleen remarcó que ella ha cargado con toda la responsabilidad: levantarse de madrugada a dar de comer a los cachorritos porque Dracarys ya no los amamanta. “Yo me he desvivido por mis perros, mientras ellos se fueron a Europa de lo más bien”, disparó.
En otro momento, aseguró que la quieren usar como “tarima” para ganar exposición en redes:
“Ni homofóbica, ni irresponsable, ni falta de palabra. Yo he sido honesta y me he desvivido por estos perros. Lo que no voy a permitir es que me usen como show mediático”, dijo con tono contundente.
Lo que inició como un acuerdo verbal por unas crías terminó convertido en un novelón perruno con dimes y diretes, acusaciones de homofobia, amenazas y hasta propuestas de miles de dólares. Por ahora, los cachorros de Pistacho y Dracarys siguen en el centro de la tormenta, mientras ambos bandos defienden su versión con uñas y dientes.
