Las conversaciones de paz en Catar, que prometían un respiro para Gaza, terminaron en nada. La comunidad internacional esperaba una luz al final del túnel, pero lo que llegó fue otra patada en el estómago para el pueblo palestino. Estados Unidos e Israel se retiraron de la mesa acusando a Hamás de no tener voluntad real de alcanzar un alto el fuego. Mientras tanto, en las calles de Gaza, niños mueren de hambre y las bombas siguen cayendo.
La noticia fue confirmada por Steve Witkoff, enviado especial del presidente Donald Trump, quien no dudó en señalar a Hamás como el gran obstáculo. “No están actuando de buena fe”, soltó, dejando claro que Washington ya contempla otras vías para rescatar a los rehenes israelíes y estabilizar la zona.
Pero lo cierto es que el fracaso de las negociaciones cayó como un balde de agua fría sobre una población que ya vive en condiciones inhumanas. La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) advierte que más de 100 personas han muerto de hambre, la mayoría niños. Uno de cada cinco menores en Gaza está desnutrido, y el acceso a alimentos es prácticamente nulo.
Philippe Lazzarini, jefe de la UNRWA, lo dijo sin anestesia: “Los habitantes de Gaza no son ni vivos ni muertos, son cadáveres andantes”. Más de 6.000 camiones con ayuda humanitaria están varados en Jordania y Egipto, esperando que Israel permita el ingreso de alimentos y medicinas. Pero las fronteras siguen cerradas.
La última propuesta de alto el fuego contemplaba una tregua de 60 días, liberación de rehenes y entrada masiva de ayuda humanitaria. Pero el plan se derrumbó cuando surgieron los desacuerdos: Israel quiere mantener presencia militar permanente en Gaza, mientras Hamás exige una ruta clara hacia el fin de la ocupación.
En medio de este caos, Francia decidió reconocer oficialmente al Estado de Palestina, convirtiéndose en la potencia occidental más influyente en adoptar esa posición. Israel respondió con furia. Netanyahu acusó a Macron de “recompensar el terrorismo”.
Y mientras los líderes se tiran dardos diplomáticos, en Gaza los hospitales colapsan, los niños se apagan por inanición y el éxodo sigue. Con la paz cada vez más lejana, el temor a una anexión total del territorio palestino crece, así como las sospechas de una reubicación forzada de su población.