El Telescopio Espacial James Webb (JWST) ha capturado por primera vez imágenes sin precedentes de dos planetas gigantes en formación, ubicados a unos 310 años luz de la Tierra, en dirección a la constelación de Musca. Estos cuerpos celestes orbitan una estrella similar al Sol, conocida como YSES-1, y representan un hallazgo que podría cambiar las actuales teorías sobre cómo se forman los sistemas planetarios.
Ambos exoplanetas, YSES-1b y YSES-1c, son significativamente más masivos que Júpiter y se encuentran en etapas evolutivas distintas. Los científicos lograron estudiar en detalle sus atmósferas, estructuras y componentes químicos, gracias a la sensibilidad del telescopio Webb para detectar luz infrarroja.
Uno de los exoplanetas, YSES-1c, posee una masa seis veces superior a la de Júpiter y está ubicado a una distancia 320 veces mayor que la que separa a la Tierra del Sol. Su atmósfera ha revelado la presencia de metano, agua, monóxido de carbono y dióxido de carbono, además de una densa capa de nubes de silicato, un fenómeno poco común que ha despertado la atención de los astrofísicos.
Por su parte, YSES-1b —con una masa 14 veces mayor que la de Júpiter— orbita a una distancia de 160 veces la existente entre la Tierra y el Sol. Alrededor de él, se ha detectado un disco de polvo fino, que podría estar nutriendo al planeta durante su crecimiento o incluso dando origen a futuras lunas. Este tipo de disco ha sido identificado en tan solo tres planetas antes, todos más jóvenes que YSES-1b.

“El planeta interior ofreció una gran sorpresa”, afirmó el investigador Nasedkin. “Aunque todo el sistema tiene apenas 16,7 millones de años, es inusual hallar un disco de formación alrededor del planeta, pero no en la estrella principal”.
Las distancias orbitales extremas y las diferencias atmosféricas entre ambos exoplanetas han desafiado los modelos tradicionales de formación planetaria. “En teoría, los planetas deberían formarse más o menos al mismo tiempo, en alrededor de un millón de años”, explicó Kielan Hoch, astrofísico y autor principal del estudio publicado en Nature. Sin embargo, las condiciones observadas en el sistema YSES-1 cuestionan esta suposición.
“Estos planetas están demasiado separados y muestran propiedades muy distintas, lo cual no encaja con ninguna teoría actual”, añadió Hoch. “¿Deberíamos esperar que todos los planetas gigantes se formen igual si surgen en el mismo entorno? Quizás no”.
Desde su activación en 2022, el telescopio James Webb se ha posicionado como una herramienta revolucionaria para la astronomía moderna. Su capacidad para descomponer la luz en sus componentes espectrales ha permitido identificar “huellas dactilares” químicas en atmósferas planetarias con una precisión sin precedentes.
El programa de observación fue diseñado incluso antes del lanzamiento del telescopio, y logró capturar ambos planetas con una sola exposición del instrumento NIRSpec. Los resultados, que incluyen el conjunto más detallado hasta ahora de un sistema multiplanetario, fueron posibles gracias al trabajo conjunto de un equipo internacional, liderado en su mayoría por científicos jóvenes en formación.