Desde el epicentro espiritual del Vaticano, la Capilla Sixtina, el recién elegido Papa León XIV ofició este viernes 9 de mayo su primera misa al frente de la Iglesia católica. Fue una ceremonia privada, transmitida al mundo, en la que dejó claro que el camino que inicia no será tibio ni complaciente.

“Me han llamado para llevar una cruz y quiero que caminen conmigo”, dijo en inglés el pontífice, que nació en Estados Unidos y es nacionalizado peruano. Rodeado de los 133 cardenales que el jueves lo eligieron en la cuarta votación del cónclave, León XIV, de nombre secular Robert Francis Prevost, dio una homilía frontal, cargada de contenido, donde diagnosticó con precisión quirúrgica la crisis de fe que enfrenta el mundo.

“Son muchos los contextos donde la fe cristiana se ve como un absurdo, como cosa de débiles o ignorantes”, señaló. Según él, hoy las personas prefieren “el dinero, el éxito, el poder o el placer”, en lugar de la propuesta del Evangelio. Pero su mayor dardo vino cuando se refirió a quienes dentro de la misma Iglesia “viven un ateísmo de hecho”, al reducir la figura de Jesús a un simple “líder carismático o superhombre”.
Jesús no es un influencer
El Papa no mencionó nombres, pero el guiño pareció dirigido a sectores evangélicos y a cristianos modernos que convierten la religión en una marca personal. “Jesús no es un influencer, es el Hijo de Dios”, pareció decir entre líneas.
En su homilía insistió en que la Iglesia debe ser un “faro que ilumina las noches del mundo”, y exhortó a los suyos a anunciar la fe en medio de la burla, el desprecio y la indiferencia. No será tarea fácil, pero con su estilo directo, León XIV parece dispuesto a incomodar si eso significa encender de nuevo la llama de la fe.
Así empezó un pontificado que promete mucho más que fotos y diplomacia.