No es el libreto de una película de terror, sino la realidad que vive la región de Azuero y posiblemente otras provincias del país, según revela una investigación científica panameña que está encendiendo las alarmas.
El estudio, liderado por el doctor Iván Landires, genetista pediatra formado en el prestigioso Instituto Pasteur de París, encontró rastros de metales pesados en la sangre del cordón umbilical y en la primera orina de recién nacidos sanos. Sí, recién nacidos. La contaminación ya está presente desde antes de decir su primer llanto.
El equipo del doctor Landires tomó muestras en los hospitales Dr. Joaquín Pablo Franco de Las Tablas y Cecilio A. Castillero de Chitré, en medio de una investigación pionera financiada por la Senacyt. ¿El origen de todo? La crisis de la atrazina en el río La Villa en 2017, que encendió la chispa para descubrir si los contaminantes ambientales estaban afectando el ADN de los panameños… y los resultados son tan inquietantes como reveladores.
Según Landires, ya se encontraron cambios cromosómicos microscópicos, y aunque aún no se puede confirmar un impacto clínico directo, sí existe daño genético.
“Es un estudio piloto”, explicó, pero con implicaciones que podrían sacudir la salud pública en todo el país.
En el estudio también participa el químico José Villarreal, del Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá (IDIAP), quien ya había detectado metales pesados en el río La Villa. La colaboración científica llegó incluso a España, donde se analizaron placentas de mujeres azuerenses que también mostraron presencia de pesticidas.
Y lo peor: esto no es exclusivo de Azuero. “Lo más probable es que esta contaminación también esté presente en otros recién nacidos del país”, advirtió Landires.
El arroz, por ejemplo, ya ha mostrado contaminación por metales pesados en estudios internacionales, y aquí en Panamá… todos comemos arroz.
El doctor no se quedó corto en señalar causas: deforestación, uso indiscriminado de agroquímicos, procesos industriales y combustibles fósiles. Todo ese coctel químico estaría cayendo directo en nuestros platos, ríos… y cuerpos.
Con el proyecto “Cohorte Peladitos”, Landires y su equipo planean hacer un seguimiento a largo plazo de estos niños para evaluar los impactos de esta contaminación con el tiempo. El modelo se inspira en la cohorte PA-MAMI de Europa, pero adaptado a la realidad panameña.
“Las tasas de cáncer en Panamá son más altas que en muchos países desarrollados”, reveló Landires, y Azuero encabeza la lista.
Para él, urge aplicar biomonitorización constante, desarrollar políticas públicas ambientales y, sobre todo, dejar de mirar para otro lado.
No es el libreto de una película de terror, sino la realidad que vive la región de Azuero y posiblemente otras provincias del país, según revela una investigación científica panameña que está encendiendo las alarmas.
El estudio, liderado por el doctor Iván Landires, genetista pediatra formado en el prestigioso Instituto Pasteur de París, encontró rastros de metales pesados en la sangre del cordón umbilical y en la primera orina de recién nacidos sanos. Sí, recién nacidos. La contaminación ya está presente desde antes de decir su primer llanto.
El equipo del doctor Landires tomó muestras en los hospitales Dr. Joaquín Pablo Franco de Las Tablas y Cecilio A. Castillero de Chitré, en medio de una investigación pionera financiada por la Senacyt. ¿El origen de todo? La crisis de la atrazina en el río La Villa en 2017, que encendió la chispa para descubrir si los contaminantes ambientales estaban afectando el ADN de los panameños… y los resultados son tan inquietantes como reveladores.
Según Landires, ya se encontraron cambios cromosómicos microscópicos, y aunque aún no se puede confirmar un impacto clínico directo, sí existe daño genético.
“Es un estudio piloto”, explicó, pero con implicaciones que podrían sacudir la salud pública en todo el país.
En el estudio también participa el químico José Villarreal, del Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá (IDIAP), quien ya había detectado metales pesados en el río La Villa. La colaboración científica llegó incluso a España, donde se analizaron placentas de mujeres azuerenses que también mostraron presencia de pesticidas.
Y lo peor: esto no es exclusivo de Azuero. “Lo más probable es que esta contaminación también esté presente en otros recién nacidos del país”, advirtió Landires.
El arroz, por ejemplo, ya ha mostrado contaminación por metales pesados en estudios internacionales, y aquí en Panamá… todos comemos arroz.
El doctor no se quedó corto en señalar causas: deforestación, uso indiscriminado de agroquímicos, procesos industriales y combustibles fósiles. Todo ese coctel químico estaría cayendo directo en nuestros platos, ríos… y cuerpos.
Con el proyecto “Cohorte Peladitos”, Landires y su equipo planean hacer un seguimiento a largo plazo de estos niños para evaluar los impactos de esta contaminación con el tiempo. El modelo se inspira en la cohorte PA-MAMI de Europa, pero adaptado a la realidad panameña.
“Las tasas de cáncer en Panamá son más altas que en muchos países desarrollados”, reveló Landires, y Azuero encabeza la lista.
Para él, urge aplicar biomonitorización constante, desarrollar políticas públicas ambientales y, sobre todo, dejar de mirar para otro lado.
Por su parte, el ministro de Ambiente, Juan Carlos Navarro, se pronunció públicamente ante la gravedad de los hallazgos revelados por el estudio.
El funcionario reconoció: “Ha salido a la luz pública un estudio que indica que los bebés recién nacidos en Azuero nacen con trazos en su sangre de metales pesados. Esto es parte de la crisis de la contaminación que agobia y afecta a todo el país”.
Navarro detalló que el Gobierno ya está tomando medidas: “Y para enfrentarlo ya hemos presentado al Consejo de Gabinete un nuevo proyecto de ley para eliminar de Panamá los pesticidas considerados altamente peligrosos y extremadamente peligrosos, y sacarlos del todo de nuestro país”.
Navarri fue enfático en responsabilizar a quienes comercializan estos productos: “Que los mercaderes de la muerte que venden este veneno a los panameños dejen de venderlos, y que no se venda más nunca en Panamá un pesticida que afecte la salud de nuestra población”.


