Salud, comida, empleos y seguridad son los problemas prioritarios del país.
Son derechos mínimos que hay que atender, ahora en medio del Covid-19.
En esta encrucijada, el Gobierno no puede solo. Pero para tener apoyo del sector privado y de los ciudadanos, tiene que aplastar la corrupción de forma contundente. De lo contrario, sobrará la decepción.
No se puede vivir en un país con rascacielos por un lado, pero con un montón de pobres que no tienen ni para comerse un arroz con huevo. No es humano.
La comida sigue carísima. La canasta básica supera los 300 dólares y el vale digital ni estirándolo alcanza. A nadie beneficia que haya una población con el estómago pegado al espinazo. Es peligroso.
La salud pública no puede ser un privilegio ni para el que la pueda pagar. Debe ser igual para todos.
La inseguridad ni con la cuarentena ha bajado. Si las autoridades no atienden esto de forma urgente, nos va a explotar a todos y cuidado nos golpea más duro que el coronavirus.