En la era de la inteligencia artificial, lo que ves ya no siempre es lo que crees. El último ejemplo que sacude al mundo del fútbol y las redes sociales es Eysan Aksoy, una supuesta presentadora turca de la Liga de Campeones que, con su sonrisa y glamour, ha logrado conquistar a miles de fanáticos… aunque nunca haya existido en la vida real.
A pesar de que se da a conocer como un personaje de inteligencia artificial, muchos le dedican mensajes de cariño, y otros llegan a pagar cientos de dólares para consumir sus contenidos artificiales.En solo siete meses, su cuenta de Instagram reúne más de 43,000 seguidores, una cifra que cualquier comunicador humano envidiaría. Sus publicaciones muestran viajes en playas paradisíacas, cenas en rascacielos y hasta fotos en estudios deportivos, como si realmente estuviera lista para conducir un programa de Champions League. Sin embargo, todo proviene de un software de IA que alimenta una ilusión digital.
El negocio es tan real como el engaño.
Aksoy ofrece contenido exclusivo en Patreon, con siete niveles de suscripción que van desde 4 hasta 895 dólares mensuales. Sí, hay hombres pagando más de 900 dólares por material íntimo de una mujer que no existe. Y lo más sorprendente es que muchos de ellos ni siquiera parecen preocuparse por esa “pequeña” verdad.
Los comentarios en sus fotos oscilan entre lo romántico y lo desesperado: “Eres un ángel”, “Reina sultánica de mi corazón”, “La mejor de la televisión”. Ironías del mundo digital: Aksoy nunca ha estado en la televisión, pero ya es considerada por algunos como la “mejor conductora deportiva”.
Con 43 mil seguidores, una influencer hecha con IA conquista Instagram.El fenómeno no es aislado
Este mismo año, la influencer ficticia Mia Zelu también ganó notoriedad con sus falsas apariciones en Wimbledon.
En ambos casos, lo que se demuestra es un enorme dilema social: el avance de la IA crea personajes tan creíbles que miles de personas los aceptan como reales, aún cuando la cuenta avisa que es generada por computadora.
El debate es claro y evidente: ¿estamos frente a un entretenimiento digital inofensivo o ante una nueva forma de manipulación masiva?



