El repunte de casos de dengue en Panamá no puede ser visto como una estadística más, los contagios acumulados, las vidas perdidas y una tasa de incidencia alarmante son cifras que deben hacernos reflexionar. A pesar de los esfuerzos institucionales por controlar el vector, el mosquito Aedes aegypti sigue encontrando terreno fértil en nuestra indiferencia cotidiana.
El Ministerio de Salud ha redoblado esfuerzos, pero no es suficiente.
La lucha contra el dengue no se gana solo desde los despachos o en operativos de las autoridades. Se gana en cada hogar, en cada patio limpio, en cada florero sin agua estancada. Juega vivo panameño, el dengue no discrimina. Afecta a jóvenes, adultos, zonas urbanas y rurales. En los últimos días más de 470 personas han requerido hospitalización y miles más han sufrido los estragos físicos de está enfermedad que es prevenible.
Es hora de asumir que la prevención comienza en casa, con el compromiso de cada uno, en ser de apoyo en la lucha contra esta enfermedad letal. No se trata de alarmismo, sino de tocar tu conciencia. El dengue es una amenaza real y persistente. Combatirlo requiere voluntad colectiva, disciplina diaria, y sobre todo, una ciudadanía activa que entienda que proteger la vida también es cuestión de higiene y responsabilidad.