En lo profundo de la Comarca Ngäbe–Buglé, donde el camino de tierra es la única vía la educación se ha convertido en el tesoro más valioso dentro de muchos hogares.
Edgar Rodríguez, de 12 años, carga sobre sus hombros el orgullo de ser el segundo mejor promedio del Centro Educativo Cerro Otoe.
Cerró el segundo trimestre con 4.7, mientras su hermana Marelis, de 10 años, también brilla en el cuadro de honor con un sólido 4.4.
La pequeña Yoalys Yarabis, de 8 años, hace lo propio en la Escuela de Hato Chamí con 4.6 de promedio.
Cuando una madre impulsa, la educación despegaNo hay internet, no hay electricidad y a veces tampoco hay camino fácil, pero sí hay madres que no fallan.
El apoyo que reciben a través de la Red de Oportunidades del MIDES se transforma cada mes en cuadernos, uniformes, lápices, zapatos… y oportunidades.
Olivia, madre de Edgar y Marelis, lo resume con emoción: la educación es el arma con la que espera romper el ciclo de pobreza. Y todo apunta a que va por buen camino.
Edgar sueña con ser policía y sus notas lo respaldan: 4.9 en expresión artística y tecnología, 4.8 en inglés, 4.7 en español y matemáticas.
Su maestra, Flor Santamaría, lo define sin rodeos: “Es un estudiante ejemplar”.
Pablo González, director comarcal, destaca que estas familias son ejemplo de cómo las transferencias pueden convertirse en motores de esperanza.
DATOS
En la comarca, 16,331 mujeres reciben este respaldo; en todo el país, 41,979 lo hacen para sostener la educación de sus hijos.
Chiriquí cuenta con 3,894 beneficiarios.
Bocas del Toro suma 3,762 beneficiarios.
Historias reales que muestran cómo la Red de Oportunidades cambia vidas

