Calidonia, con sus esquinas duras y madrugadas largas, fue el punto de partida de una jornada que buscó algo más que “limpiar” la vista. Esta vez, 18 personas —17 hombres y una mujer— recibieron una atención que empieza por lo básico: un baño caliente, ropa limpia, un plato de comida, un corte de cabello. Detrás de esos gestos hay un llamado que suena urgente, y es devolver dignidad y abrir una puerta real a la resocialización a estos ciudadanos.
Calidonia es una de las áreas con mayor intervención por el alto consumo de drogas, según la Alcaldía.El operativo lo llevó la Dirección de Gestión Social de la Alcaldía de Panamá con un equipo multidisciplinario: trabajo social, psicología, salud y la Policía Municipal. No hubo gritos ni carreras, sino persuasión y respeto a derechos, como mandan los protocolos modernos para abordar a personas en situación de calle. Una vez convencidos, el grupo fue trasladado al estadio de Santa Rita, en Santa Ana, donde se realizó la intervención inicial.
Lisbeth Cunningham, directora de Gestión Social, lo resume con claridad: el objetivo es que el primer contacto no sea el último. “Se les lleva al estadio de Santa Rita en Santa Ana, donde se les brinda un baño, ropa, alimentos, corte de cabello y se intervienen con profesionales para invitarlos a ingresar a nuestros programas de resocialización”, explicó. La clave, añade, es construir una ruta que continúe luego, con seguimiento y soporte.
Gestión Social lideró un abordaje respetuoso y multidisciplinario para invitar a los atendidos a programas de resocialización.¿Por qué Calidonia?
Porque sigue siendo, según admite la propia Alcaldía, una de las áreas de mayor intervención por el alto consumo de drogas. Allí confluyen pobreza, adicciones y fracturas familiares. Por eso, la institución insiste en que este es un asunto de Estado donde la familia no es espectadora: se le invita a ser red de apoyo para sostener los avances y evitar recaídas.
Más allá del número —18 atendidos—, la señal es de proceso. No se trata solo de una jornada; se trata de sostener una política que conecte atención inmediata con terapias, hogares, oportunidades laborales y acompañamiento psicosocial. En lo humano, devolver el nombre a quien la calle rebautizó con apodos. En lo técnico, garantizar que la oferta pública llegue a tiempo, con cupos, transporte y personal.



