Desde La Mitra, en La Chorrera, sale un aroma que no se encuentra en cualquier esquina. Es el olor a maíz nuevo, a puerco ahumado y a tradición viva. Y detrás de ese sazón está doña Marleny, la mujer que le dio vida a la Fonda Donde Yaya, y que hoy celebra estar en la gran final del concurso Fonda vs. Fonda.

Aunque muchos la conocen por sus sopas y buñuelos, doña Marleny se emociona al ver cómo este programa le abrió las puertas a nuevos públicos. “Me han dado la oportunidad de darme a conocer más y eso se lo agradecer siempre”, dijo con alegría.
La historia de la fonda es tan casera como sus platos. Todo comenzó cuando cocinaba desde su casa, hasta que su hermano mayor le dijo: “ahí está la casa de mamá, ¿por qué no montas tu fonda ahí?”. Y así fue. Con miedo, pero con apoyo de su familia, abrió el local que ahora no solo la sostiene a ella, sino a otras cuatro personas que hoy llevan sustento a sus hogares gracias al negocio.
“Esto empezó como una fonda familiar. Hoy en día, me siento tranquila porque sé que puedo. Y les agradezco mucho la ayuda que me han dado”.
¿Y el nombre? Tiene raíz profunda.
“Yaya era mi mamá. La fonda está donde ella vivía, y como todo el mundo decía ‘vamos donde Yaya’, pues así se quedó: Fonda Donde Yaya. Es en su honor”, explicó con emoción.

Pero lo que realmente enamora a los comensales es lo que se sirve en el plato: maíz preparado desde cero, carnes ahumadas en casa, y todo cocinado de forma orgánica, saludable y con cariño interiorano.
“Aquí cocinamos muy sano. El maíz lo molemos nosotros, las carnes las ahumamos aquí mismo. La gente viene y me dice que comer aquí es como estar en un rincón del interior”.
Su especialidad: la sopa de carne ahumada. “Vienen de muy lejos a probarla porque me dicen que ya eso no se consigue en cualquier lado”.
Y lo mejor: los precios accesibles.
Sopa con arroz: $3.50
Puerco o carne ahumada: $2.25
Buñuelos (o torrejitas de maíz) y pastelitos: $0.75, hechos solo con sal, al estilo tradicional, sin aditivos.
Gracias a este negocio, doña Marleni ha podido cumplir sueños que antes veía lejanos, mantener a su familia y apoyar a su hija Edlín, que estudia en la universidad y también ayuda en la fonda cada vez que puede.

“Pensé que no iba a lograr tanto. Tenía miedo al principio, pero Dios me ha ayudado. De esto depende mi familia y yo”.
Y este sábado tiene una cita especial: la gran final de Fonda vs. Fonda en el Parque Libertador, donde estará con su sazón, sus tradiciones y el corazón contento.
“Los invito desde las 2 de la tarde. Vayan con confianza, que aquí van a comer bueno y sano… como en casa”.