Definitivamente que este no ha sido el año de Neymar, ni mucho menos.
Lesionado con el PSG y ausente en el último tramo de temporada, tampoco ha sido su Mundial, una cita clave en su carrera, con la eliminación en cuartos de Brasil a manos de Bélgica.
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El brasileño deja dos goles marcados y más ruido que fútbol, por mucho que fuera el mejor en octavos contra México y nunca haya dejado de pedir la pelota.
Sus llantos, su teatro, su tiempo en el suelo tras las muchas faltas que ha recibido y sus protestas han dado más que hablar que su juego, demasiado discontinuo e intermitente, seguramente falto de ritmo después de la rotura del quinto metatarsiano que le tuvo K.O. desde finales de febrero hasta la víspera del Mundial.
Pidió penalti con Meunier en el 89'. El colegiado dijo que no había nada. Y Courtois le sacó un buen remate en el 93'.
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Después de dejar el Mundial de Brasil por una lesión de espalda provocada por una durísima entrada de Zúñiga y no estar en el fatídico 7-1, Neymar llegaba a Brasil sabedor de lo que se le iba a pedir y de que podía cumplir con las expectativas.
Sin embargo, la Canarinha ni siquiera ha llegado a semifinales. A sus 26 años todavía es joven como para luchar por el trono mundial en Qatar, pero esta eliminación supone un duro palo para Neymar, que abanderaba un equipo rocoso y fiable hasta que se cruzó con la pujante y definitivamente sorpresa Bélgica de Roberto Martínez.
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Ahora inicia sus vacaciones sin saber dónde jugará la próxima temporada. Él quiere jugar de blanco, pero el PSG no lo contempla. Seguro que seguirá dando que hablar.
