Más de 1,400 personas murieron en el sismo y el tsunami ocurridos en la isla indonesia de Célebes el pasado viernes, donde las necesidades en las zonas siniestradas son 'inmensas' y se reducen las esperanzas de encontrar supervivientes.
Las autoridades de Indonesia elevaron hoy a 1.424 la cifra de víctimas mortales que causó el terremoto de magnitud 7,5 y el posterior tsunami.
Las autoridades se dieron hasta hoy, viernes, una semana después de la catástrofe para encontrar posibles supervivientes. Pasada esta fecha, las posibilidades serán prácticamente nulas.
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Los equipos de rescate se concentran en algunas zonas alrededor de Palu, una ciudad de la costa golpeada de lleno por el tsunami, y especialmente en el hotel Roa Roa, donde aún habría unas sesenta personas sepultadas bajo los escombros.
También trabajan en un centro comercial, un restaurante o en el barrio de Balaroa, donde la fuerza de la sacudida dejó el suelo hecho trizas.
Cerca de 200 mil personas necesitan ayuda humanitaria urgentemente, según la oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (Ocha), incluyendo decenas de miles de niños. Se calcula que 66,000 viviendas fueron derruidas el viernes por el temblor de magnitud 7,5 y el tsunami que engendró.
A pesar de que el gobierno indonesio afirmó a los equipos extranjeros que intervienen en las zonas afectadas que la situación estaba controlada, los habitantes de localidades alejadas como Wani, en la provincia de Donggala, dicen que no han visto ninguna ayuda. 'Doce personas están desaparecidas en esta zona', afirmó un habitante, Mohamad Thahir Talib, de 39 años. 'Puede que también haya cuerpos más al sur'.
Tras tres días de saqueos, los soldados recibieron órdenes de disparar si es necesario.
Podíamos tolerarlo el primer o segundo día porque necesitaban esas cosas. Pero el tercer día se pusieron a saquear cosas como equipos electrónicos' declaró el coronel Ida Dewa Agung Hadisaputra.
En Palu, la policía efectuó disparos de advertencia y lanzó gases lacrimógenos para dispersar a la gente que saqueaba comercios. En la carretera que va de la ciudad hacia el norte, un periodista vio a jóvenes levantar barricadas y exigir 'donaciones'.
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En Ginebra, Naciones Unidas mostró su frustración en cuanto a la lentitud de respuesta de la ayuda.
Los equipos que trabajan en el lugar tienen un sentimiento de frustración', explicó el martes por la noche en Ginebra Jens Laerke, de la Ocha. 'Aún no se ha llegado a partes importantes de lo que podría ser la zona más afectada, pero los equipos se esfuerzan'.
Vía: AFP



