Han pasado 20 años desde aquel horrendo hecho que conmovió a Taboga, la isla de las flores.
A pesar de los años, es indescriptible el dolor que sienten todavía los moradores de esta turística región.
La noche del 4 de abril, pero del año 1998, este poblado que se encuentra en el golfo de Panamá fue estremecido cuando una madre mató a sus dos hijos.
Markelis María Morales de Quijano se dirigió hasta aquel lugar solamente para estrangular a sus dos pequeños Christian Josué y Luis Carlos Quijano Morales.
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En primera instancia, las autoridades pensaban que Markelis los había envenenado; sin embargo, el resultado de la necropsia realizada por el médico forense José Vicente Pachar Lucio, hoy subdirector del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMELCF), determinó que ella los estranguló con sus propias manos.
Markelis, luego de quitarle la vida a sus niños, intentó suicidarse. Se cortó la muñeca de la mano izquierda, el tendón del pie izquierdo y el cuello, pero las heridas fueron superficiales. La navaja la perdonó.
'Mi Diario' logró hace dos años regresar a la casa donde ocurrieron los hechos y conversó con Yolanda y Dima Batista, hijos de la señora Ubaldina de Batista, (q.e.p.d.) y quien en ese entonces tenía 92 años y era la dueña de la casa de alto de madera ubicada en el 'Barrio Arango Arriba', lugar donde ocurrió la tragedia.
Pintada de blanco, ahora construida de bloques, pero conservando la misma altura de dos pisos y empotrada en un cerro, nos recibió el señor Dima, quien cortante nos dijo que él no recordaba mucho ese caso, ya que para ese tiempo trabajaba en la ciudad capital, pero confirmó de inmediato que su mamá le alquiló un cuarto esa noche a Markelis.
Como no tenía mucho dinero, solo pagó 10 dólares.
'EL CASO DE TABOGA'
Mientras Dima trata de olvidar el hecho, la señora Anaís Delgado, a quien nos encontramos despachando ñame y otoe en su abarrotería 'Niño de Atocha', tiene el hecho clarito, a pesar del paso del tiempo.
Contó que ese día era 'Viernes de Dolores' y que ella había tomado el barco de nombre 'Isla Morada' en el Muelle N°18, en Balboa, a eso de las 4:00 de la tarde para regresar a la isla.
'En la embarcación había como unas 100 personas aproximadamente y entre ellas estaba Markelis María Morales de Quijano con sus dos hijos y solamente llevaba un bolso. Ella se veía normal y durante el viaje nunca dio sospechas de nada', recordó.
Expresó que a los hermanitos se les veía la alegría en sus rostros, pues era la primera vez que irían a Taboga, sin pensar que sería el último viaje de sus vidas.
Los infantes se bajaron de la nave muy contentos y corrieron por los tablones de madera del muelle, curtidos por el tiempo y por el paso de muchos extranjeros.
Su alegría contagió a muchos de los lugareños que aún no borran de su memoria aquellas sonrisas que le dieron vida a las angostas veredas, a las olas de la playa y a la plaza de la iglesia de Taboga.
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Llegó el atardecer, los rayos del sol eran devorados por las aguas que llegaban a la fresca arena. La música y el olor a pescado frito se dejaba sentir en los alrededores, sin pensar que esa tranquilidad duraría poco.
En la noche, Markelis y sus hijos participaron en la procesión de la Virgen Dolorosa. La señora Anaís recuerda haber visto a los niños caminando, cada uno con un jugo en la mano.
DANTESCA ESCENA
Anaís contó que ella estaba dormida y a eso de las 11:30 de la noche de ese mismo día, 4 de abril de 1998, se despertó; la gente pasaba de un lado a otro con rostros de miedo.
Asombrada le preguntó a unas de las vecinas qué estaba pasando y le respondieron: 'Tú no sabes, la mujer que llegó en la tarde al pueblo acaba de matar a sus dos hijos supuestamente por problemas económicos que tenía en su trabajo', comentó.
Redacción Mi Diario
Foto: Archivo