Su nombre en la industria de la pornografía es un guiño a dos escritores. Se hace llamar Amaranta Hank.
Amaranta surgió por el personaje garciamarquiano de Cien años de Soledad, y Hank, en honor al antihéroe creado por Charles Bukowski. Pero su cédula la identifica como Alejandra Omaña, de 24 años, nacida en la ciudad colombiana de Cúcuta. Periodista de profesión y actriz porno por vocación.
Esta era una decisión que tenía aplazada por temor a lo que pudiera pensar la gente, mi familia, pero a finales del año pasado sentí que ya había terminado un ciclo en el periodismo', cuenta Alejandra o Amaranta.
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Entonces optó por hacer lo que siempre le había gustado: 'y definitivamente era la pornografía'.
Aunque los primeros escarceos con la desnudez y el público ocurrieron cuando en Twitter prometió que se desvestiría si su equipo de fútbol, el Cúcuta Deportivo, lograba ascender a la categoría y así fue. La oncena subió y ella cumplió:
Yo nunca había hecho nada de eso (...) pero ya estoy tranquila, ya fue suficiente', dijo hace dos años cuando se dedicaba especialmente a la promoción cultural.
Sociedad hipócrita
Omaña nació en una ciudad fronteriza con Venezuela, una de las áreas limítrofes más conflictivas del sur de América Latina, 'en medio del narcotráfico, del contrabando, del paramilitarismo, de la prostitución, un montón de ilegalidad'.
Su deseo era contar esa realidad y así lo hizo durante unos años hasta que, después de varias amenazas, tuvo que mudarse a Bogotá, Colombia.
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Ya establecida en la capital colombiana grabó su primer video vestida de monja: rezó un rosario, se masturbó en cámara, recibió la reprimenda de su católica madre y el castigo de la distancia familiar. No hubo navidades juntos, ni carnavales y mucho menos Semana Santa.
Yo hablaba con mi mamá y le decía: 'usted me está juzgando porque metí elementos religiosos en el video, pero en Cali un cura violó a un montón de niños y el sacerdote dijo que la violación había sido por culpa de los niños y de los padres'. Eso sí está bien para ella. Por eso insisto en que esta es una sociedad hipócrita, de doble moral, que es absurda, ¿sabes? A mí eso me vale nada. Si yo seguía prestándole atención a lo que la sociedad quería para mí, o lo que mi familia quería para mí, iba a terminar suicidándome segurísimo'.
Lo que sí aclara es que no ha dejado de ser periodista, es más, considera puede llevar ambos oficios en paralelo:
Pienso que el público en general, poco a poco, ha empezado a entender que hacer pornografía no me hace menos, que puedo seguir ejerciendo mi carrera al mismo tiempo. No son todo, pero creo que la gente está volviéndose más respetuosa'.
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Yo creo que la buena pornografía es educación sexual por excelencia porque nosotros replicamos lo que hay allí, porque nadie más nos enseña qué se hace cuando se tiene una relación sexual y consumimos el porno porque intentar reproducir lo que está allí para ver si nos va bien'.
En su cuenta de Twitter tiene más de 70 mil seguidores, exhibe sin pudor sus curvas en su perfil de Instagram y varias publicaciones para adultos han mostrado la generosa geografía de la reportera sin demasiados atavíos.
En las redes los hombres la halagan, la agreden, la critican. Las mujeres también, a veces con mayor saña. Ella, por su parte, defiende la libertad de mostrarse para excitar a la gente detrás de la pantalla o de la página.
Vía: RT