Bithi extraña jugar con sus amigos. Tiene 15 años, pero hace tres que trabaja en una fábrica de ropa en Bangladesh (al sur de Asia) la cual le paga 1 dólar por día. Pasa tantas horas en una máquina de coser que al día le coloca los bolsillos a 480 pantalones.
Recuerda que cuando tenía 12 años, sus papás la enviaron a trabajar, privándola de sus experiencias de niña, de terminar el colegio y de sus sueños de ser doctora.
El primer día me sentí mal. Pensé que esto no era bueno para mí. Yo era demasiado pequeña. Estaba rodeada de personas mayores. Pero ya se convirtió en una rutina. Ya no lloro más...', cuenta Bithi.
Los lugares en los que trabajan estos niños no tienen las mejores condiciones. Estas fábricas sirven de mano de obra a otras marcas. La organización No Child For Sale se dedica a denunciar estos lugares para que el gobierno regules las leyes de trabajo y mejore las condiciones.
Bithi es una de las 215 millones de niños que trabajan en el mundo. Niños que en lugar de ir al colegio, jugar con sus amigos, imaginar su mundo, expresar sus dudas o satisfacer sus curiosidades, son encerrados en una fábrica o expuestos al peligro en la calle. Lo hacen a tiempo completo.
En el 2013, Bangladesh estuvo en la mira de las organizaciones que luchan contra la explotación laboral e infantil. Una fábrica textil clandestina se desplomó causando la muerte de más de 1100 personas. No se descarta que en estos lugares también se practique el tráfico de personas y la trata laboral.
El videoclip 'This Song Saved My Life' de la banda Simple Plan refleja un poco esta situación. Aunque aquí se muestre un final esperanzador, millones de niños continúan en la explotación.



