Todo deportista cuando compite está consciente de que se enfrenta a varias realidades: su equipo, los adversarios, sus fanáticos, el triunfo y las derrotas. Justamente así, como el gran atleta que fue, Amílcar Henríquez transitó por casi todas estas zonas hasta el momento de su violenta partida.
Esas situaciones las vivió intensamente el número 21. Era conocido en su seno familiar como 'Micky'. Tuvo el privilegio de tener dos madres, una biológica (Miriam Espinoza) y otra de crianza (Militza Triana, 'Lala' para sus amigos).
Hoy, las dos madres lloran desconsoladas por una misma tristeza la ausencia de su amado 'Micky'.
La historia
Esta gloria colonense nació el 2 de agosto de 1983, sus padres biológicos intentaron enfrentar el reto de la crianza; sin embargo, la situación se complicó y dio como resultado que la criatura fuese llevada a un nuevo núcleo familiar. Fue como un instinto de protección.
A pocos meses de su vida, la criatura 'recaló' en la familia Pinilla Triana, quienes aceptaron jugárselas con un nuevo miembro en el hogar, que ya estaba compuesto por tres varones y tres mujeres.
De modo que la plantilla familiar ya estaba casi llena; sin embargo, eso no fue obstáculo para que se le diese el lugar que él se merecía.
Fue de la mano de su madre adoptiva, Militza Triana, que aprendió a caminar y pronunciar sus primeras palabras.
Con sus hermanos adoptivos estrenó sus primeras travesuras y en ese humilde hogar, ubicado en Juan Demóstenes Arosemena de Colón, (El 20) recibió las primeras lecciones de vida.
Pero como anotara Gabriel García Márquez: 'tuvo que interrumpir su educación para ir a la escuela'.
Su madre adoptiva, Militza Triana, entre lágrimas contó a 'Mi Diario' cómo peleaba con él para que fuera a clases y no generara visitas de acudientes, puesto que como todo niño era
muy inquieto.
Sin embargo, tuvo que luchar sin tregua para que lo lograra. 'No fue una tarea fácil', recuerda la señora 'Lala'.
Sus hermanos adoptivos le pusieron en los pies su primer balón, sin saber que ese sería el libro de donde extraería y desarrollaría tantas virtudes dentro y fuera de la cancha.
Esta generosa mujer le tocó pelear con sus hijos biológicos, que no lo querían en cancha, porque era muy pequeño y no permitía un juego fluido. Al final siempre triunfaba el juego familiar y los que se caían se levantaban en medio de empujones y risas al grito del 'goool'.
Pero muy pronto, prosigue entre añoranzas, el niño empezó a fugarse de la casa y de la escuela para la cancha de fútbol, allí llegaba sin permiso de sus padres, se colaba y deleitaba a la poca fanaticada que estaba presente.
A esta madre de crianza, que siempre lo vio como uno de los suyos, le tocó sufrir cada etapa de su crecimiento. No le molestaba que le gustara el fútbol, pero se empeñaba en que creciera con valores. Ese sería el mejor gol de su vida.
Su casa está impregnada de fotos que recuerdan su niñez y que resaltan el éxito alcanzado en su profesional carrera hasta que fuera asesinado violentamente de varios disparos el pasado sábado 15 de abril.
El titular
Hoy lo recuerda con mucha nostalgia y con sentimientos encontrados. Por ello le dolió la polémica frase que expresó al calor del hecho su madre biológica Miriam Espinoza: 'Me lo mataron como un perro'.
Ella no debió decirlo nunca, aunque sé que lo hizo en un momento de confusión por la impactante noticia y los periodistas no debieron repetirla o darle mayor énfasis; sin embargo, se dijo al calor de la noticia y aunque me produjo mucha rabia lo entiendo'.
'Independientemente de esa frase, nada puede manchar la vida de mi hijo, nada me arrebatará la alegría de haberlo criado con mucho sacrificio', precisó.
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Solo hay una cosa que sí le produce tristeza: que no pueda cumplir lo que le propuso hace un par de semanas.
Él vino a celebrar el cumpleaños de mi hijo menor y me prometió una reunión familiar después de Semana Santa y ya no podrá cumplirme', expresó con dolor.
Durante el homenaje en el estadio Armando Dely Valdés, 'Lala', como es conocida la señora Militza Triana, tuvo que asistir con un dolor indescriptible, lejos de los 'flashes' de las cámaras, en el anonimato, pero con la certeza de haber tomado hace 33 años una de las decisiones más importantes de su vida: criar a Amílcar.
'Si tuviera que repetirlo lo haría sin pensarlo dos veces, siempre te recordaré como el gran hijo que fuiste Micky', terminó diciendo esta abnegada madre colonense.