La semana pasada el pueblo panameño le dio el último adiós a Ricardo Arias Calderón, uno de esos políticos que en tiempos difíciles de la dictadura militar luchó por la democracia.
A la muerte de Arias Calderón hay que sumar las irreparables pérdidas del expresidente Guillermo Endara Galimany, el ex vicepresidente Guillermo Ford y el excontralor de la República Rubén Darío Carles. Todos abatidos por enfermedades, pero hasta sus últimos días siempre pendientes de aportar a la política y al desarrollo de su país como muchos otros demócratas.
Pero quien lucha contra los achaques es el ex hombre fuerte de Panamá, Manuel Antonio Noriega. Bien reza el refrán de las abuelas cuando dicen que 'hierba mala nunca muere' porque a sus 83 años, cumplidos el pasado 11 de febrero, sigue dando lata.
Lo curioso es que este hombre prepotente y con muchos secretos a cuestas, que al parecer prefiere llevarse a la tumba, pasó muchos años en cárceles de Estados Unidos y Francia y ahora se prepara para quitarse un tumor benigno del cerebro.
Mientras eso pasa y los médicos y sus familiares hacen el mayor esfuerzo para brindarle atenciones, la mayoría de sus adversarios más visibles en la época de la dictadura, donde Noriega aplicaba la técnica de 'las tres P': Plata para los amigos, Palo para los indecisos y Plomo para los enemigos, ya no están.
Ellos lucharon por la democracia, la justicia y la libertad, que hoy disfruta el país y que hasta Noriega exige en sus reclamos por los derechos humanos.
Redacción Mi Diario